Capítulo 26 - El mensaje

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Holas! Recuerdan que el capítulo anterior les dije que tendrían ustedes que imaginar las canciones? Pues es su momento de brillar jajaja. Si finalmente la protagonista no tiene nombre, ¿por qué las canciones que ella canta sí deberían?

Espero que este capitulito les guste mucho mucho. 
Y sin mucho más, nos vemos en la próxima actualización.
Chausito causitas <3 <3 <3

°-°-°-°-°-°


Muy pronto, en la cabina de grabación se prendieron unos pequeños focos rojos indicando que, finalmente, estaban al aire. El mundo los escuchaba, estaban en vivo, y ahora solo tendrían que comenzar. ¿Pero cómo? Tenían miedo de que las personas que querían encontrar no los escuchasen. ¿Cómo se suponía que comenzarían aquel mensaje? Ahora cualquiera los podía escuchar, y lo que dijeran, se escucharía ciento sesenta y ocho veces más.

El silenció reinó por unos pocos segundos.

—Eh, ¿no se supone que comenzábamos con una canción?— Preguntó nerviosa la muchacha aun así sabiendo que ya habían comenzado a grabar, y que ya cualquiera podía oírla a través de una radio encendida en la estación indicada.

—Sí, es que me puse nervioso— Se sinceró el español con una risa avergonzada, sin poder ocultar su sonrisa.

—Toca entonces— Habló el suizo mirando a ambos jóvenes frente a los micrófonos bastante nerviosos. Vash sabía muy bien que su voz se escucharía de fondo en la transmisión, pero poco le importó.

—Ya voy— Dijo involuntariamente Antonio —Dios, que desesperados— Susurró entre risas.

El sonido de la guitarra comenzó a inundar la cabina. Acordes improvisados y unos cuantos golpes de fondo gracias a la pierna del español chocando contra el suelo. De pronto, la [nacionalidad] lo olvidó todo, olvidó los puntos en su brazo, olvidó a los tres rubios detrás de ella, olvidó el miedo, olvidó las muertes, olvidó la desgracia. Cerró los ojos y cantó, siendo seguida por el muchacho de la guitarra. Una vez más, todo pareció perfecto.

Terminó la primera canción, y antes de que lo notaran, ya se encontraban iniciando la cuarta. Arthur y los dos militares habían decidido salir de la cabina de grabación para poder conversar sin interferir en la transmisión en vivo. Ahora mismo se encontraban viendo a través de un vidrio tremendamente grueso cómo la muchacha y el español cantaban, sin poder oírlos realmente.

— ¿Creen que esto vaya a funcionar?— Preguntó al aire el inglés sin despegar la mirada de su compañera, sintiéndose aliviado al verla tan feliz.

No hubo respuesta puesto que los dos muchachos que se encontraban dentro de la cabina de grabación dejaron de cantar. Antonio dejó de tocar la guitarra y ella sonrió nerviosa para, unos pocos segundos después comenzar a habar inaudible para los tres rubios.

—Salió bien— Susurró [Nombre] impresionada mirando al músico.

—Salió increíble— Corrigió él, orgulloso de ambos.

—Entonces, ¿cuánto tiempo hicimos?— Preguntó nerviosa ella sabiendo que todo lo que decían se grabaría, aunque realmente ya no parecía importar mucho.

—Vamos casi diecisiete minutos— Respondió un tanto derrotado Antonio mirando un conteo en el monitor principal.

—Bueno...— Dudó la mujer sus palabras. Vio como el español la miraba sonriendo a manera de aliento. Ella suspiró y miró el micrófono en frente suyo —Mi nombre es [Nombre], y si las personas que están escuchando esto ya lo sabían, entonces supongo que lo logramos— Comentó con una floja risa, viendo como Antonio no dejaba de sonreírle enternecido y emocionado —Lovino, Francis, Matthew, Alfred, Kiku, Gilbert, por favor escuchen la transmisión completa— Pidió esperanzada.

Infectados - Hetalia x lectoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora