Inicio - La fiesta

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La música resonaba por todo el lugar y las luces cegaban de cuando en cuando. ¿Qué clase de diversión estaba teniendo aquella [nacionalidad] en esa fiesta? Les doy una pista: era la amiga elegida.

Aburrida miró nuevamente su vaso de gaseosa para levantar la vista de nuevo suspirando. No, no era una aguafiestas. Simplemente no sabía cómo divertirse mientras todos sus demás amigos no parecían recordar siquiera sus nombres. Llevó su brazo libre hasta cubrirse los ojos, las luces de colores pronto la dejarían ciega, estaba segura.

Volvió a sentir ese aire pesado dentro del lugar. Una casa pequeña que parecía reventar de la cantidad de gente que había dentro. Hizo una mueca de disgusto al sentir tanto calor y se levantó de la silla en la cual se encontraba sentada, dejando su vaso en el suelo, sin mayor importancia. Caminó esquivando a la gente que bailaba y llegó así hasta la puerta del lugar, saliendo por esta hacia la calle. Extendió sus brazos y respiró hondo. El ruido se escuchaba fuerte detrás de ella, pero toda la calle estaba tan desolada que pudo tener un poco de paz. Avanzó hasta que con un pequeño salto bajó al pavimento de la pista, sentándose entonces en la vereda unos veinte centímetros más alta que esta. Abrazó sus piernas y apoyó su cabeza de lado en sus rodillas, mirando hacia la izquierda.

Aproximadamente debían ser ya casi la una de la madrugada, y la oscuridad de esas horas no la dejaba ver con total claridad. Lo único que alumbraba la noche eran los postes de alumbrado público, de un tenue color naranja.

[Nombre] [Apellido] era su nombre. Una [nacionalidad] que mentalmente se abofeteó por haber dejado su morral dentro de la casa, con dentro de este su celular. Agradecía el ya haberse cambiado los tacones por unas zapatillas más cómodas y prácticas, pero de todas formas no pensaba dejar mucho más su bolso dentro de esa casa llena de borrachos.

Con pereza se puso de pie apoyando sus manos en sus rodillas para impulsarse. Estaba volteando hacia la fiesta para cuando divisó como por el lado que había estado mirando sentada se aproximaba una persona. Nada extraño, evidentemente, dejando de lado que eran casi la una de la madrugada. [Nombre] achinó sus ojos intentando ver mejor a la persona en la oscuridad y la distancia. Su andar era extraño, se tambaleaba con cada paso que daba y parecía estar al borde del tropiezo cada vez que arrastraba sus pies para avanzar. La joven no pensó más y llegó a la conclusión que no era más que un pobre borracho de regreso a casa.

Y por supuesto que se iba quedar con aquella conclusión de no ser porque detrás de este hombre aparecieron más. Bastantes más. Quizá unos cientos.

La [nacionalidad] se quedó en su sitio. Un poco asustada. Viendo como de la oscuridad aparecían más y más de estas personas, todas en pésimas condiciones. La muchacha decidió no perder tiempo y a paso acelerado se comenzó a acercar al hombre que había aparecido primero, alejándose así de la fiesta. No fue hasta que estuvo a uno treinta metros de él para cuando logró verlo mejor. Y pudo ver lo mal que estaba.

Sus ojos definitivamente no estaban orbitados, y su piel pálida resaltaba muchísimo toda la sangre que cargaba el hombre. Sangre. Sí, eso era, sangre, por todo su cuerpo. La zona de la yugular la tenía reventada por lo que parecía un ¿mordisco?, [Nombre] no podía estar muy segura. Con las manos tapándose la boca y la nariz salió de su shock con rapidez, notando que todas las demás personas que lo seguían estaban en las mismas condiciones, o peores. Esa gente no parecía simplemente enferma, parecía muerta.

Quiso emprender su carrera hacia la casa en donde se encontraban sus amigos y el auto que debía conducir, pero las piernas aún no le respondían, por lo que decidió tranquilizarse comenzando por destapar parte de su rostro. Una vez que dejó caer los brazos pudo sentirlo, el olor a podredumbre. No sé si para buena o mala suerte, pero la increíble arcada que le dio el olor fue lo que la hizo reaccionar. Tras aguantarse el vómito victoriosamente comenzó a correr hacia la fiesta, sintiendo como el vestido negro que traía subía unos centímetros por la velocidad, llegando a tapar tan solo la mitad de su muslo. Aunque no importaba mucho si alguien la veía, suponía que esas... cosas no eran muy capaces de ver, ¿o sí?

Infectados - Hetalia x lectoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora