Capítulo 42 - No te acerques

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Ayyy, he vuelto después de un mes, lo siento mucho! La verdad es que, aparte de haber andado un poquitin ocupada, reescribí este capítulo porque habían cosas que aún no me terminaban de convencer la manera en las que las había escrito.

Personalmente no me gusta mucho leer cosas que me incomoden, y no sé porqué sentía que la forma en la que estaba escribiendo una escena de este cap era recontra incómoda. La volví a escribir varias veces, pero decidí finalmente dejar de hacerle cambios porque me parece que es importante para añadirle un poco de realismo a la situación de la rayis, más aún tomando en cuenta por todo lo que ha pasado.

Una vez más, muchas gracias por seguir aquí. Nunca me cansaré de decirles que adoro leerlas. Me pone recontra feliz verlas tan emocionadas. Y si hay cosas en la historia que quizá no les gusten del todo, no duden en decírmelo, finalmente yo también estoy aquí para aprender y divertirme con este libro!

Las quiero mucho, causitas; cuídense y espero que este año les depare lo mejor de lo mejor!

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— ¿Crees que Natalya esté bien?— preguntó de pronto el ruso mientras entre sus brazos tomaba unas cuantas sábanas de aquel cuarto que estaba investigando junto al chino.

El asiático volteó a mirarlo por fin quitándose de la cabeza la preocupación que sentía por la mujer que habían dejado sola en la sala del piso de abajo. Suspiró sin apartar la mirada. A pesar de la oscuridad y la pobre iluminación que otorgaba la lámpara a gas de Ivan, Yao era capaz de diferenciar lo ojos morados del otro, empapados de preocupación.

— [Nombre] dijo que a ella y al militar los ayudó. Agregado a todo lo que nos has contado tú de ella, dudo mucho que tu hermana esté en peligro. Y si lo está, dudo que no sepa cómo defenderse— mencionó tranquilo y sincero. Decirle que estaba bien sería mentirle, pues no lo sabía. Pero la seguridad de sus palabras logró calmar un poco al más alto.

El ruso tan solo asintió el silencio mientras rebuscaba un poco más de abrigo en aquella habitación. El asiático tomó un par de almohadas que encontró limpias e, ignorando el olor a muerte que comenzaba a condensarse en aquel cuarto, ambos compañeros se retiraron cerrando la puerta. Se habían demorado bastante, pues se distrajeron conversando mientras buscaban lo necesario para abrigar a la desconocida. Por lo que, una vez terminaron de bajar las escaleras y volvieron a ingresar a la sala, casi se les detiene el corazón al ver a la joven tirada en el suelo.

Ivan fue el más rápido en acercarse. Dejó lo que llevaba en el suelo y se agachó al lado de la muchachita. La levantó en sus brazos de forma nupcial y la recostó en el sillón. Ambos la miraron preocupados. ¿Cómo había llegado a desmayarse en el piso si, cuando ellos se fueron, ella continuaba en el mueble? Mientras que Ivan intentaba imaginarse cómo la chica pudo haber terminado así, el chino se acercó mirando algo en una de las manos de la mujer que parecía haber querido guardar en su mochila entreabierta. Y lo tomó sin dudarlo.

—Mira, Ivan— habló Yao llamando la atención de su amigo. El ruso acató viendo el aparato que ahora tenía el asiático en sus manos. —Debe haberlo usado para comunicarse con alguien— supuso escrutando el walke talkie con la mirada.

—O para intentarlo, al menos— murmuró el ruso viendo con curiosidad el objeto. Esa chica era toda una caja de sorpresas.

— ¿Será con Natalya?— murmuró con duda el asiático notando como sus simples palabras exaltaron a su amigo. El chino volvió a hablar rápidamente —Sea cual sea el caso, ya no debe haber nadie al otro lado de la línea. Será mejor que esperemos a que [Nombre] despierte y ahí le preguntamos— dijo sereno dejando el walkie talkie junto al cuerpo de la jovencita sobre el sillón.

Infectados - Hetalia x lectoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora