Capítulo 22 - El centro comercial y su plazuela

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El día comenzó a aclarar, y los cinco supervivientes fueron levantándose uno por uno, aún con pereza.

La muchacha fue una de las primeras en despertar, claro que no podía saberlo estando en una habitación donde el español aún descansaba tranquilo. La [nacionalidad] bostezó mientras se sentaba en el colchón. Había dormido excepcionalmente bien. Teniendo la tranquilidad de que todo el edificio en el que se encontraban estaba limpio de infectados, había podido descansar completamente tranquila, como lo hacía ahora el muchacho de cabellos oscuros en la cama a unos metros de ella.

[Nombre] estiró sus brazos hacia el techo bostezando una vez más. Se levantó del colchón y, una vez estando parada en el suelo, acomodó su vestido, aun notándolo bastante sucio.

Se dirigió al baño con calma, entrando a este y cerrando la puerta detrás de ella, asegurándola con pestillo por si las dudas.

Buscó en los cajones y muebles del lavabo hasta que encontró un cepillo de cabello. Con el objeto en sus manos, se miró al espejo. Suspirando, comenzó a peinarse. Encontró también unas toallas húmedas con las que se limpió un poco el rostro y los brazos –o por lo menos la piel de estos que no estaba escondida tras vendas-.

Hizo sus necesidades y, unos minutos después, salió del baño.

Antonio respiraba tranquilamente aún dormido.

La chica curioseó en los armarios que había en esa habitación, pero tan solo encontró ropas de niño, probablemente de primaria. Suspiró un poco derrotada.
Decidió dejar aquel cuarto, tomando en cuenta que el español no parecía ir a despertarse pronto. Mientras se encaminaba hacia la sala por el pequeño pasillo, miró el reloj que llevaba en la muñeca, marcando este las 7:08am

Llegó a la sala y en esta se encontró ya a todos los restantes. Estaban Arthur y Vash sentados en el sillón más grande, dándole la espalda a la muchacha que recién había aparecido en el lugar. Frente a ellos dos estaba el alemán, quien vio perfectamente como la chica apareció a través del pasillo.

Ella sonrió a modo de saludo.

Ludwig solo pudo sorprenderse, y dio gracias al cielo por haber controlado su sonrojo. Ayer la habían visto completamente diferente: sucia, despeinada, agotada. Ahora, es como si nada hubiese pasado; y en todo su esplendor, [Nombre] era perfecta a sus ojos.

—Buenos días— Habló ella sobresaltando un poco a los dos que le daban la espalda. La muchacha llegó con calma hasta el otro sillón individual y se sentó en él, procurando tener cuidado con el vestido.

El suizo y el inglés también la observaron detenidamente, el británico sorprendiéndose un poco menos.

— ¿Y Antonio?— Preguntó el alemán mirando a la joven

—Sigue durmiendo— Anunció ella con los ánimos un poco más recargados que el día anterior.

— [Nombre], hemos estado pensando...— Habló Arthur conectando su mirada con la de su compañera —Que sería bueno investigar esta zona de la ciudad— Mencionó seriamente

—Si es que realmente hay más personas en este lugar, entonces hay que llevarnos todo lo que podamos antes que ellos— Habló Ludwig ganándose la atención de la chica —En especial armas. Viendo lo que ya les hicieron a ustedes, dudo que sea buena idea dejar que ellos encuentren con qué defenderse antes que nosotros— Añadió

[Nombre] solo suspiró derrotada para asentir. Tenían razón.

—Dudo que Antonio se niegue, así que deberíamos ir los cinco— Comentó el suizo mirando a todos los presentes; cosa en la cual parecieron estar de acuerdo.

Infectados - Hetalia x lectoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora