Capítulo 25 - Preparación al mensaje

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Luego de que el alemán encontrara unas cervezas en la cocina, los supervivientes brindaron sin razón. La bebida no estaba exactamente refrescante, pero poco importó. Antonio, [Nombre] y Ludwig disfrutaron al máximo del momento mientras el inglés y el suizo los miraban divertidos.
El español no dejó de tocar canciones aleatorias en la guitarra con acordes completamente improvisados, y de vez en cuando, la muchacha apoyaba en algunos coros de ciertas melodías que se conocía; teniendo ambos el castellano como idioma madre, era normal que tan solo ellos dos supieran canciones originarias en ese idioma. Y aun así Antonio se esforzó por tocar ciertas en inglés, ninguno de los rubios se animaron a cantar, pues con solo ver al español y a la [nacionalidad] era suficiente alegría para ellos.

Una vez las cervezas se hubieron acabado entre Ludwig, Antonio y [Nombre], y estos dos últimos se cansaron de cantar a todo pulmón, decidieron finalmente ir a dormir.
Y recién cayeron todos en los brazos de Morfeo cuando el reloj de la joven marcó las 02:17am.


Fue tan profundo el sueño de todos que no comenzaron a oírse ruidos hasta las diez de la mañana aproximadamente.

Entre la pereza y la comodidad del colchón, la [nacionalidad] se atrevió a abrir los ojos para encontrarse con el techo de la habitación que compartía con Antonio. En completo silencio miró su reloj de muñeca, marcando este, efectivamente, las 10:06am. Aun no queriendo levantarse de la cama, miró hacia donde debía encontrarse el español, viendo como este ya estaba despierto mirando hacia arriba con los brazos cruzados tras su cabeza utilizándolos de almohada.

La muchacha decidió desperezarse y con un bostezo se sentó en el colchón, para luego volver a ver como Antonio volteaba a mirarla sin levantarse.

—Buenos días— Saludó ella sonriente un poco adormilada.

Sin embargo, la única respuesta que obtuvo fue una débil sonrisa del español quien tan pronto como deshizo el gesto, volvió a mirar el techo, pensativo.
Evidentemente, algo no andaba bien.

— ¿Antonio?— Lo llamó la joven un poco preocupada. El hombre tan solo hizo un sonido sin abrir su boca ni moverse de su posición — ¿Todo bien?— Preguntó ella

El español dio un suspiro ordenando sus ideas, en ningún momento volteó a ver a la muchacha —Yo por suerte los he tenido a Arthur y a ti, ¿pero cuantas personas más se habrán infectado como yo?, ¿por un descuido tan ridículo?— Respondió sin dejar de mirar el techo

—No fue por suerte, nos tuviste porque quisimos ayudarte y permanecer a tu lado— Corrigió la chica rápidamente, logrando que el de cabellos oscuros voltease a verla al haberle parecido oír algo de molestia en su voz, ¿ella se había enojado? —No todos tendrán a un Arthur o a una [Nombre] para que los ayuden, así que aprovecha esta segunda oportunidad que se te ha presentado— Volvió a hablar seriamente. Con una mirada severa, la [nacionalidad] se levantó de su cama y con tranquilidad se sentó en el otro colchón, junto al español que aún permanecía echado —No voy a dejar que te mueras sin antes reencontrarnos con Lovino— Añadió finalmente con una sonrisa.

Antonio se quedó mirándola mientras lentamente se fue levantando de la cama, hasta quedar sentado en esta, mirando a la chica que le sonreía en frente.
La culpa del superviviente, eso era lo que no le había dejado dormir, y con tan solo una sonrisa, la joven lo había calmado por completo.
Luego de la felicidad de la noche anterior, luego de todo el disfrute entre canciones y cervezas, el español comenzó a pensar, y pensar de más fue un error grave al darse cuenta que la culpa no lo dejaría dormir. ¿Por qué justo él había conocido a Arthur y a [Nombre]? ¿Por qué él y no cualquier otra persona? ¿Realmente él merecía la alegría de la noche anterior?

Infectados - Hetalia x lectoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora