Capítulo 33 - Un ladrillo y un bar

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Me he muerto de amor y emoción leyendo sus comentarios. No podía creerme que les haya gustado tanto el capítulo anterior jajaja. Pero me hacen muy feliz <3

Perdón por no haber actualizado antes. Este capítulo también ya lo tenía escrito, y luego de tanta emoción por el anterior siento que no debía haber dejado un hueco tan grande entre actualización y actualización. Pero en fin, supongo que todos estamos en las mismas.

Aquí en Perú también estamos en cuarentena, vamos a estarlo hasta el 12 de abril, pero no se sabe si aún la van a alargar más. Supongo que ustedes también están pasando por una situación parecida, sea el país donde vivan. No tengo mucho qué decir al respecto. Si nuestros gobiernos nos piden que nos quedemos en casa para evitar la propagación del virus y no poner en riesgo a las personas que más afecta esta enfermedad, hay que acatar. Pero de todas formas les pido que por favor no se dejen llevar por el miedo colectivo. Ha habido tanta cabida en los medios para el coronavirus que, a pesar de ser, en efecto, contagioso, no es tan terrible y letal como algunos lo pintan. Y algunos lo pintan así por el miedo que hay. Si no hay miedo, no hay riesgo. 
Cuídense mucho, que esta historia aún no termina ;)

Espero que este capítulo les guste mucho, porque he decidido hacer dos disparos de una. En el capi anterior disparé uno, aquí se viene el otro.

Las quiero mucho causitas, y espero que sigan aquí para seguir leyendo <3<3<3<3

°-°-°-°-°-°-°


Ambos jóvenes supervivientes se mantenían alejados de la única ventana que había en aquella sala, puesto que temían ser vistos por los infectados que aún merodeaban alrededor de la casa. Luego de incluso haber cenado lo último que quedaba en las despensas del lugar, [Nombre] y el suizo regresaron a la sala. Prendieron la radio, pero una vez el atardecer terminó y el estéreo necesitó ser nuevamente puesto en marcha, ninguno de los dos volvió a darle cuerda. La noche en oscuridad y silencio sería su única compañera, recordando en la penumbra veinticuatro horas antes haber estado acompañados de tres hombres más.

—Viendo la cantidad de municiones y comida que tenemos para emprender un viaje, no creo que tengamos muchas esperanzas de sobrevivir ahí afuera— Habló de pronto el suizo luego de haber contado y hecho un inventario de aquello que llevaban en la mochila y en las mismas armas.

Su pesimismo logró un suspiro en ella —De todas formas debemos salir de aquí. O es morir de hambre encerrados o es morir asesinados buscando comida— Concluyó la mujer, por alguna razón, intentando no demostrar temor —Igual podemos desistir de usar armas de fuego. Yo estoy bien con mi azada. Y si la necesitas, solo vuelve a agarrar el hacha— Añadió señalando la herramienta que colgaba de su cinturón. Por dentro aún sentía el frío del terror, pero si en algún momento se sintió protegida por lo hombres a su alrededor, ahora tan solo era un sentimiento de confusión. ¿Qué demonios podía estar pensado el rubio frente a ella? Todo parecía más fácil en los días con Lovino.

El militar asintió sin pronunciar palabra alguna.

—Deberíamos dormir, creo que estamos cansados por todo lo que ha pasado hoy— Añadió ella seguido de una rápida mirada en la oscuridad a su reloj. Con bastante esfuerzo divisó las manecillas marcando las 8:56pm.

—Sí— Volvió a responder más que simple el suizo. Él fue el primero en levantarse de la sala, miró los muebles y fijó vista en el que estaba sentada la jovencita, el sillón más grande. —Solo hay una cama disponible. Ya revisé la otra, el colchón está tan viejo que es inutilizable. Tú utilízala, yo puedo dormir en el sillón— Habló seguro de su propuesta.

Infectados - Hetalia x lectoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora