[Nombre], con ayuda del asiático, tomó los medicamentos junto al té que le había preparado él y, minutos después, volvió a quedarse dormida. A través de la fiebre y el cansancio, su cuerpo le pedía a gritos un merecido descanso del estrés y el miedo.
Alrededor de un par de horas después, el ruso regresó a casa abriendo la puerta rápidamente y volviéndola a cerrar a sus espaldas sin perder un segundo.
E instantes después, golpes y gruñidos se escucharon fuera.
— ¿Estás bien? — preguntó preocupado y confundido el asiático de pie en medio de la sala, sin moverse, esperando una respuesta de su compañero.
Ivan, intentando recuperar su aliento, asintió tranquilizándose —Vamos a necesitar su lanzallamas— dijo de pronto señalando con la cabeza a la muchachita que yacía en el sillón.
Yao solo hizo una mueca de no comprender mientras dejaba a sus espaldas a la mujer dormida mientras se acercaba a su amigo — ¿Tan fea está la situación? — volvió a inquirir seriamente, escuchando aún a los infectados golpear contra la puerta. La madera de esta parecía bastante gruesa, pues los gruñidos y los lamentos de la muerte no opacaban las voces de los supervivientes.
Ivan suspiró antes de dar su respuesta —Como ayer. Estamos a un muro de infectados de la casa. Lo único que nos separa de los demás es ese mar de muertos en el que estuvimos— respondió cruzándose de brazos ante el escenario en el que estaban. Tan cerca, pero a la vez tan lejos de su hermana.
— ¿No hay alguna manera de evitarlo? ¿Quizás algún punto donde podamos rodearlo? — cuestionó el chino refiriéndose a la horda de muertos que impedían su paso hacia el resto del grupo. Si bien hacerles frente era peligroso, aun podían intentar llegar hasta el otro lado sin tener que pasar por sobre ellos, ¿verdad?
—No, por eso la manera más segura de atravesarlo me parece el lanzallamas— argumentó el ruso aún con dudas en sus palabras.
—No lo es— se escuchó de pronto la voz de [Nombre] en el salón. Ambos hombres desviaron sus miradas hacia ella rápidamente. El asiático quiso acercarse a preguntar qué tal se sentía, quizá tomarle la temperatura y ofrecerle algo de tomar también. Sin embargo, el ruso interrumpió sus planes.
— ¿A qué te refieres? — preguntó Ivan rápidamente ante lo dicho por la jovencita. Si ella decía que el lanzallamas no era seguro, tenía que haber una razón.
—El lanzallamas los quemará, sí, pero atrae la atención de todos los demás alrededor. Es como si fueses un faro en medio de la noche, todos los muertos te van a ver por más lejos que estés— intentó explicar lo mejor que pudo mientras, sentada en el mueble mirando hacia el suelo, recordaba las llamas y el miedo de perder el control ante ellas.
Yao se marchó de la sala hacia la cocina, dejando al ruso y a la [nacionalidad] hablando solos.
—Pero ayer lo logramos...— intentó refutar Ivan tratando de guardar las pocas esperanzas que tenía. Sin embargo, sus palabras sonaron tan débiles que la chica no tuvo miedo de volver a contestar.
—Porque el tanque de gas estaba lleno— argumentó otro punto recién, ella misma, notando aquel peligroso factor —Pero cada vez pesa menos, y sería un desastre si el fuego dejase de salir cuando estamos en medio de todos los infectados— continuó levantando la vista y conectándola con la del hombre de cabellos platinados. Sostener su mirada fue una forma de hacerle entender al más alto la gravedad de la situación.
Y aunque aquello le quitase todo plan al ruso, sabía que la mujer podía tener razón. Y en el silencio que se formó entre ellos, el chino regresó nuevamente y se acercó a [Nombre].
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Infectados - Hetalia x lectora
FanfictionY de pronto los muertos comenzaron a caminar, dejando a su paso muerte y desgracias. [Nombre] logra escapar del desastre pero, ¿logrará sobrevivir ante tanto caos? Definitivamente, sola no lo podrá hacer. Y así, nuestra protagonista conocerá a much...