Capítulo 29 - El mapa

677 120 36
                                    

Después de haberlo intentado todo, después de haber tenido tanta suerte, se había quedado sola de todas formas. Se veía con frío, con miedo, corriendo tras el limpiador. Sus pasos eran delicados, la muchacha corría sin hacer el menor ruido. El vestido se movía desordenadamente, así como su cabello y su agitado corazón. Su agitado y asustado corazón. Asustado de la persona a quien perseguía, asustado de la ciudad, asustado de perderse, asustado de alejarse más. Ya estaba bastante lejos de Ludwig y Antonio, ella lo sabía, era consciente de ello.
El hombre frente a ella respiraba pesadamente, su carrera no iba durar mucho más. Pero a diferencia de él, la chica ya no pensaba más en el cansancio, la adrenalina era demasiada.

Y de pronto, el sujeto se detuvo. Se encorvó y apoyó sus manos en sus rodillas, estaba agotado.
La muchacha aguantó la respiración inconscientemente y, una vez se encontró a un par de pasos de él, este se volteó confundido; no la había sentido persiguiéndolo, o por lo menos, no pensó que ella habría resistido tanto tiempo de persecución.
Una vez sus miradas se conectaron, la [nacionalidad] se lanzó violentamente encima del desconocido, logrando que este cayera al suelo de espaldas con ella encima. Con rabia, la joven golpeó el rostro del sujeto con un puñetazo, dejándolo bastante aturdido. Ella aprovechó en arrebatarle el mapa y, seguido a esto, el arma que él portaba en su cinturón.

[Nombre] se levantó del suelo y, una vez de pie frente al hombre adolorido, le apuntó con lo que parecía una simple pistola, parecida a su Glock. —Llévame de regreso— Fue lo primero que se le ocurrió decir a ella —A las camionetas, quiero regresar a ellas— Repitió asustada, pero bastante empoderada ante el sujeto. Su mirada no transmitía más que odio hacia el desconocido.

Luego de unos segundos tras recomponerse de la sorpresa y el golpe, él sonrió con sorna. — ¿Cómo sabrás hacia dónde te llevo?— Preguntó a manera de burla. Sabía que la chica no conocía la ciudad, y podría simplemente perderla aún más si es que él quería. Conocía el lugar como la palma de su mano.

—No tengo tan mala memoria— Se defendió ella preparándose para disparar. Ver como el sujeto enfrente se asustaba fue suficiente para quitarle los nervios a la mujer.

El limpiador se levantó del suelo y limpió sus ropas por inercia. Suspiró bastante tenso, mirando el arma que en algún momento había estado en su posesión — ¿Si lo hago me dejas vivir?— Preguntó seriamente, recibiendo una asentimiento por parte de la jovencita frente a él —No sé si eres de confianza— Buscó algo que le garantizase la vida.

—Y no lo sabrás hasta que me lleves— Sentenció ella. Estaba siendo imponente, y su decisión no sería cuestionada, no señor. El limpiador notó esto y resignado comenzó a caminar, siendo seguido un par de metros detrás por la jovencita, quien no dejaba de apuntar con el arma hacia el desconocido.

Se sentía el peso del aire con el silencio terrible que hacía de pronto. [Nombre] había olvidado por completo a los infectados, y le pareció encontrarse en una guerra civil por el poder del Estado, cada uno por su lado. No había muertos por ninguna parte. De hecho, no había nada por ninguna parte. Y estar rodeados de edificios ponía bastante nerviosa a la chica. Constantemente mirando sus altos techos, sintiendo que era vigilada desde ahí.

Estaba temblando, y de pronto le dieron ganas de vomitar. Todo había sido muy impulsivo, el salir detrás del mapa, el haber atacado al sujeto y el haberlo amenazado para que la llevase de regreso. Si es que la llevaba de regreso. No, ella tenía que llegar. Claro que tenía que llegar. No podía abandonar a Antonio y a Ludwig, pues ella estaba segura de que ellos no lo harían. Sentía una opresión en el pecho que a ratos le obligaba a aguantar la respiración. Sus pasos se volvían menos sonoros y sus manos sudaban. De pronto, al verse en aquella situación, tuvo una explosión de sentimientos encontrados, ante un silencio que la ahogaba en sus memorias, terribles e inmensas en oscuridad y terror.

Infectados - Hetalia x lectoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora