El príncipe Erick ||Joerick||

17

La luna de miel sería en una de las islas de Europa, Joel y Erick arribaron el yate real despidiéndose de la ciudadanía que fue a ver a los recién casados.

Joel llevaba un traje de marinero blanco con dorado mientras Erick vestía una camisa durazno y un pantalón blanco ligero.

La Reina había decidido darles de regalo de bodas una isla en las costas, de esa manera tendrían privacidad.

- Debes pensar el nombre que llevara

Desembarcaron en el pequeño puerto.

- ¿Podemos hacer eso?

Joel toma si cintura caminando por el muelle y Erick no se acostumbra a ello, teme que le vuelve a decir que tiene sobrepeso.

- Es un obsequio y es de nosotros

- Buscaré uno que nos incluya a ambos -sonrien-

En la casa una mucama los guió a sus habitaciones, Erick se quedó a desempacar con su ayuda mientras Joel solucionaba algunos problemas en el teléfono.

- No te preocupes yo saco las cosas de mi esposo -ella asiente dejándolo a solas-

Comencé a sacar la ropa de Joel colocándola en su lugar, al final quedaba un pequeño maletín; era ropa interior, en el fondo había un pequeño libro, la curiosidad me gano pues una pequeña hoja sobresalía, al abrirla me arrepentí al instante.

Era una foto de él junto a una carta. Mi pecho dolió; se supone que ya había terminado.

Leí la carta, me causo un asco gigante por las palabras tan explicitas que estaban plasmadas.

- ¿Qué hacés? -entra Joel-

Di un brinco en mi lugar del susto y por instinto lleve el diario a mi espalda.

- ¿Qué escondes? -camina hacia mi-

- Dijiste que se había terminado -frunce el ceño- esto no parase ser una carta de despedida

Le mostré la carta y se acerca arrebatandola de mis manos.

- No vuelvas a tocar mis cosas

- Me mentiste

- No hables tonterías Erick, estoy aquí contigo -señala- él está a kilómetros de aquí

- A kilómetros de aquí pero sigue en tus pensamientos, entre tus cosas y hasta traes los gemelos que te dio en los puños de tus mangas

- Fue un regalo

- ¿Y tenías que usarlo justo hoy?

- No tiene nada de malo

- Era el comienzo de nuestra luna de miel Joel, nuestro primer viaje como esposos ¿Qué crees que sentí cuando te vi usándolos?

- ¡Nosé! -grita logrando que me encoja en mi lugar- y tampoco me importa Erick, maldita sea -acaricia su cien- no puedo creer que estemos discutiendo por está estupidez

Saca los gemelos de sus mangas y los avienta lejos.

- Eres tan inmaduro -sale azotando la puerta-

Aguante mis lágrimas, mi corazón dolía y de nuevo esa horrible sensación se apoderaba de mi, había prometido no volverlo a hacer, pero sin que mis pies pidieran permiso ya estaba dentro del baño frente al inodoro. La sensación que más me lastimaba era cuando me veía en el espejo y no entendía porque continuaba haciéndolo, si en el fondo estaba consciente de ya estar delgado.

Salí a la playa, quería despejar mi mente, me senté en la arena solo viendo como las olas rompían llegando a la orilla mojando mis pies.

No creí que fuéramos a discutir tan pronto.