El príncipe Erick ||Joerick||

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Tenerlo entre mis brazos sin duda me hacía sentir que me pertenecía.

- ¿Que quería Lord Ricky?

- ¿Cómo?

- Lo vi salir Joel

- Asuntos sobre la corona

- ¿Ya sabes a quien desposarás?

- ¿Cómo sabes que fue eso?

- Es lo que sigue en la lista

A pesar de tratar de demostrar que no le importaba en el fondo es lo contrario porque lo conozco demasiado.

- No tienes derecho a reclamarme

- Y no lo hago, solo que por fin el mundo verá a la persona digna que podrá tomar tu brazo de manera pública

- Eso es un reclamo de manera técnica

- ¿Esta fue la última vez entonces?

- Supongo

Solté un fuerte suspiro mientras lo tenía abrazado a mi pecho desnudo.

- ¿Quién es?

- Aún no losé

Había tantas cosas en qué pensar, no tenía cabeza para eso.

- Mientes

- Conocí a alguien, pero no es importante

- Joel...

- Christopher yo te amo y no quiero que pienses que con quién sea que me case va a tomar tu lugar en mi corazón -tome su mano- siempre serás mi primer y único amor y de eso estoy seguro

No dijo nada, se mantuvo quieto sobre mi pecho; la vida era demasiado injusta.

Maneje hacia el palacio de Robinstein; según los mensajeros a la reina le urgía verme. Entre a su gran despacho.

- Majestad -incline mi cabeza y después besé su mejilla- madre -sonreí-

- Joel hay malas noticias

Seguro se trataba de otra rebelión.

- ¿Dónde?

- Islandia

- El tío Ricky está ahí

- Se trata del tío Ricky -la mire extrañado- su barco de pesca Joel

Un miedo me invadió.

- Explotó, Lord Ricky, Mia y Fred murieron en el acto, solo sobrevivió la tía Roberta

Mi corazón se detuvo por un instante, trate de inhalar profundo, no podía quebrarme frente a la Reina, sería una gran falta de respeto.

- Por la mañana será el funeral

Asentí sin mirarla a los ojos.

- Bien eso todo, puedes retirarte

- Con permiso

Caminé lo más rápido que pude a mi habitación y ahí me desplome.

La persona más importante en mi vida había muerto, si antes me sentía solo, ahora sería mucho peor.

Las lágrimas recorrieron mi cara y sentía una gran hueco en mi pecho, había un gran impotencia sobre mis manos.

Había un foto de ambos sobre mi escritorio y de coraje la tomé aventandola contra el piso entre un grito de desesperó; había perdido a mi padre.

El funeral había sido un gran circo típico de la realeza. Militares, trompetas, gente marchando y justo detrás del ataúd toda la familia.

No había ninguna expresión de sentimientos sobre sus caras, no se inmutan, eran unos insensibles con todas esas políticas, yo solo hice un gran esfuerzo para no llorar frente a toda la nación.