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Al día siguiente se levantaron temprano; Joel tendría un partido de fútbol que beneficiaba a la caridad de un hospital regional y Erick iría a visitar esos mismos hospitales en nombre de la monarquía.

- Ven conmigo -besa su cuello- no quiero estar lejos de ti

- Joel... -suspira tomando su rostro- trataré de terminar lo antes que pueda para verte jugar

- Bien -bufa separándose- te voy a estar esperando

Le da un último beso para después caminar hacia la salida.

- ¡Joel...! -grita haciendo que se detenga en la puerta del coche- ya te extraño

Le da una hermosa sonrisa mostrando sus dientes logrando que sus ojos verdes se a chinen, Joel le corresponde con el corazón acelerado, todos escuchan y los miran, pero eso no importa.

- También yo Erick -le manda un beso-

No entendía como Erick lograba sacar ese lado tan cursi que ni con el mismo Christopher había experimentado.

- El príncipe realmente lo ama

Joel lo mira extrañado, nadie de la servidumbre se había atrevido a hablarle antes, claro a excepción de Charlie, pero esto era México.

- Digo, todos decían que su matrimonio era arreglado y que habían obligado a el joven Erick a casarse con usted

Bueno, por fin alguien se lo decía en la cara, porque lo había escuchado antes pero siempre fue a sus espaldas.

- La gente no siempre tiene la razón -suelta- ustedes ven la perspectiva exterior y jamás sabrán que sucede a ciencia a cierta dentro de nuestro hogar

- ¿Usted lo ama?

Se lo había dicho a Erick pero nadie más sabía sobre sus sentimientos; se sentía extraño aceptar amar al príncipe, todo fue de un día para otro, pero estaba seguro sobre el amor por Erick. Christopher aún estaba presente, no lo iba a olvidar de la noche a la mañana, sin embargo lo que sentía por Erick era diferente, muy diferente.

- ¿Quién no podría enamorarse de Erick?

Y era verdad, la gente mexicana se había vuelto loca por aquel joven Principe, no solo por su belleza y la corona en su cabeza, sino por lo que realmente representaba, daba la cara al pueblo, luchaba por sus derechos, los hacia valer y sentir que importaban como nunca antes dentro de la famia real.

Al bajar el estadio estaba lleno de letreros de imágenes de Joel con Erick, algunos solo traían a Erick otros a Joel, pero entre la multitud el grito del nombre de Erick opacaba al suyo, hasta que se dieron cuenta que Erick no estaba con Joel se callaron.

Las preguntas comenzaron a llegar.

- ¿Y el príncipe Erick?

- ¿El príncipe no vendrá?

- ¿Donde dejó a Erick, Alteza?

Todo comenzaba a tratarse solo sobre Erick.

No era importante, pero a Joel le hubiese encantado que la gente gritara su nombre y no él de su esposo.

- Hola campeón -saluda a un niño-

Por fin se atreve a dar la mano y aunque es extraño no sé siente tan mal.

- ¿El príncipe Erick vendrá?

Eso logra borrar su sonrisa, él era el heredero al trono, tendrían que estar felices porque el futuro Rey estaba ahí y en cambio preguntaban por su esposo.

- Erick no vendrá, pídeles que te devuelvan la entrada

Había sido el colmo.

El juego empezó.

Erick del otro lado de la ciudad entre los hospitales de los barrios bajos se encontraba escoltado y con alta seguridad, no querían que se repitiera lo del otro día y la gente se volviera a saltar el protocolo, ahora menos ya que se trataba de gente pobre.

- Alteza real, quería darle un consejo -Erick la mira- no los vaya a tocar -susurra- no sabemos que enfermadades podría tener e incluso podrían contagiarlo

Se mantuvo en silencio, era mejor ahorrarse sus palabras con gente que no valía la pena.

Al entrar a la sala, estaba llena de niños de todas las edades y todo tipo de enfermedad, algunos estaban ciegos, otros les faltaba un brazo o un pie, cáncer terminal incluso algunos con VIH.

El corazón de Erick al instante sintió una inmensa lástima e impotencia por no poder hacer nada al respecto; los niños eran sagrados para él.

Cama por cama fue saludando a cada uno a pesar de ser adevertido de no hacerlo. Su corazón así lo pedía, la culpa no era de ellos. Algunos le regalaron flores o pequeñas cartas que le habían dibujado. Erick no entendía como aún tenían la fuerza de sonreír al estar postrados en aquella cama.

- Ella es Mariana, su padre abuso de ella y la contagio del VIH

Erick la mira detenidamente y le sonríe brindándole confianza.

- Hola Mariana

- Alteza real -trata de sonreír e incluso se inclina ante él- es... Es para usted

Era una muñequita de trapo.

- Yo la hice -habla tímida-

Erick la tomaría sin duda, pero la mujer la detiene negando.

- No lo haga alteza -advierte en un susurro-

- Yo decidí a quien tocó y a quien no -se suelta y se acerca a la niña-

Los camarógrafos se empujaron entre ellos al ver la acción del príncipe; no lo podían creer.

- ¿Me dejas sentar contigo? -asiente- es muy hermosa -toma la muñeca- ¿Tiene nombre?

- Esmeralda, como el color de sus ojos -sonríe- ¿Eres un príncipe de verdad?

- ¿Porqué no me tocas y lo averiguas?

La manita de la niña se dirige a su mejilla y la toca suavemente, después con su dedo índice hace presión sacándole una risita a Erick.

- Si eres de verdad -se emociona- un principe como el de las películas

Todos los miraban, nadie de ese mismo país se había atrevido si quiera a ir aquellos hospitales, menos a tocar una niña con aquel tipo de virus y ahora un principe estaba no solo entablando una conversación sino hasta dejándose tocar.

Erick se estaba ganando al pueblo, a la gente, no porque fuera un hermoso príncipe con coronas y bellos trajes, sino por la sencillez y su gran corazón.




















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El príncipe Erick ||Joerick||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora