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La noticia de la separación de los príncipes de Mónaco, de los que serían sus futuros reyes sacudió al país por completo.

Erick continuaba en casa de Erito, cuando abrió su corazón a una nueva esperanza de enamoramiento, no creyó que fuera tan difícil y es que al principio no lo fue, pero después de haber escuchado aquellas palabras que tanto había añorado, ya no estaba seguro de lo que realmente sentía.

"Lo amo, Erick es la única persona de la que me he enamorado".

Se repetían constantemente en su cabeza, más que sentirse emocionado, era una tortura estar con Zabdiel y que su cabeza le estuviera jugando sucio.

- ¿Después de leerlo esto, sigue en pie su decisión?

Era el turno de Erick en el juzgado a solas con el juez y en compañía de Johann y Zabdiel; ambos hombres junto al juez miran al príncipe.

La frustración se apoderaba de Erick, tenía todas las de perder al divorciarse: su familia, su país y lo más importante sus hijos, pero su orgullo y su cordura ahora estaban por encima de él mismo. No podía regresar a ese horrible lugar y soportar a aquella familia del infierno, lo más importante es que ya no podía perdonar a Joel.

- Lo dejaré a solas unos segundos para que hable con su abogado -asiente-

Zabdiel toma su mano mientras Johann solo se limita a mirarlo esperando su respuesta.

- Erick...

"Perdonalo, váyanse lejos, sean felices en otro país".

- No quiero volver -susurra- no puedo hacerlo -los mira- no puedo hacerme esto

- Para mí no hay vuelta atrás -suelta Johann- ya hablaste, el reino te escucho, te apoyan, solo necesitas decir que si

- Es tu decisión Erick -alienta Zabdiel- pero son tus hijos los que están juego, si no quieren cambiar la ley

Erick y Johann iban a luchar en contra de la legislación española, reformar la ley, modernizar la constitución; divorciarse no era el peor de los pecados.

- La van a cambiar -interrumpe Johann- se supone que estás con Erick -frunce el ceño- ¿No quieres que sea libre para que estén juntos?

- Quiero que sea feliz -dice molesto- la posibilidad que la cambien es mínima y lo sabes, Erick no será feliz sin sus hijos

- Te tendrá a ti

- Yo no soy lo más importante en su vida

Hablaban como si Erick no estuviera escuchando, cuando sus comentarios solo generaban más dudas.

- Si importas Zabdiel -suelta- y mi respuesta es sí... sigo con mi decisión

- Er... -susurra-

- Esta bien -suspira- tengo fe en que podemos ganar -trata de sonreír-

Al salir de la oficina justo del otro lado de la puerta se encontraba la familia real y Joel: era la hora de su cita.

Cuando aquel verde se junto de nuevo con el café se detuvo el tiempo, los demás simplemente desaparecieron; dos corazones en sincronía que se aceleran por una única razón.

- Ya veo porque te urge el divorcio

La voz de la Reina los saco de su burbuja.

- Quieres estar con tu amante sin ser señalado

Zabdiel intento soltar la mano de Erick, pero este no lo permitió.

- Se equivoca majestad, yo solo quiero estar lejos de ustedes

- No me parece justo que mi hijo haya tenido que quedar como el incumplido en el matrimonio, cuando los dos sabemos que el problema siempre fuiste tu

Era una batalla entre la Reina y Erick, los demás solo simples espectadores.

- Mi hijo quedó como el infiel y mírate, eres igual a él

- No -defiende Erick-

- Si -contra dice- esperaba algo mejor de ti, un abogado, quizá un amigo de Joel -se burla- ¿Pero tú chófer? -suspira- que decepción Erick

- Usted no...

- Cállate -ordena- me equivoqué en creer que serías un buen esposo para mi hijo, me arrepiento tanto -dice con crueldad- me da asco siquiera pensar que mi sangre está mezclada con la tuya

No era cobardía lo que detenía a Zabdiel, a Johann o incluso al mismo Joel; era respeto, desde niños en España siquiera pensar en contradecir a la Reina era un pecado y ellos no comprendían como Erick le hacía frente cuando era la persona más poderosa de España.

Antes de que Erick pudiera responder Patricia dio media vuelta entrado a la oficina, Joel ni siquiera lo miro solo siguió como un perro faldero a su madre.

- ¿No te enseñaron a respetar?

- Usted no...

- Soy el Rey -interrumpe- ¿Como te atrevas a subirte a nivel de mi esposa, de tu Reina? -recalca- yo solo espero que tus hijos no salgan como tú, pero viendo como los criaste

- Mis hijos son personas de bien -defiende- y usted está mal de la cabeza si cree que dejaré que me los quiten para que vivan con usted y con esa que tiene como esposa

Francisco molesto empuja a Erick pero Zabdiel solo se interpone para que no lo vuelva a tocar.

- Alteza no... -dice con la mirada en el suelo- la violencia no es la solución

- Chófer de cuarta -se burla- cuida tu boca -señala a Erick- y te lo vuelvo a repetir Erick, no quieres hacer cosas de las que puedas arrepentirte

- No me amenacé

- Yo no hago amenazas Erick

Cuando el Rey los dejo solos, los tres caminaron hacia el estacionamiento.

- No debes desafiar de esa manera a la monarquía Erick

- Ya me quitaron todo Johann, no merecen mi respeto y tampoco les tengo miedo -sube al coche- ¿No subirás? -niega-

- Me quedaré a la junta para el pre juicio que habrá, te llamo en la noche para informarte de la situación

- Bien, nos vemos y gracias

- Cuídate Erick -toma su mano- cuídate mucho

- Solo vamos a casa, todo estará bien, confío en ti Johann

Zabdiel arranco el coche con tranquilidad manejando y charlando con Erick sobre como había sido enfrentar de nuevo a la Reina; hasta que se presentó un fallo, un fallo que no tenía remedio y Zabdiel supo que no había nada que hacer.

El proceso de divorcio colocaba a Joel en una encrucijada, al estar divorciado no tenía derecho a subir al trono, sin embargo su madre era la Reina y como soberana tenía toda la autoridad de cambiar las reglas.

- Madre puedes cambiar las reglas, deja que se quede, si dejarás que yo sea Rey, un Rey divorciado, permite que Erick se quede en España y pueda ver a nuestros hijos

- No puedo Joel

- Todos aquí sabemos que si, madre, sabes que Erick merece quedarse

Una cosa era lo correcto y otra muy diferente era lo que quería Patricia. Era verdad que podía cambiar las reglas si ella así lo deseaba, pero hacer esto solo la colocaba en un papel de misericordia, de piadosa y esa imagen no le agradaba. Los Pimentel siempre tendrían que seguir con las tradiciones en le castillo de Robinstein y a pesar de mentirle a Joel diciendo que dejaría que subiera al trono divorciado, no cambiaria las reglas, así tuviera que pagar y saldar sus pecados cuando muera.































Teorías conspirativas en 3, 2, 1...
Les leo

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El príncipe Erick ||Joerick||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora