Capítulo 43

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Observo la caja en frente mío

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Observo la caja en frente mío. Tan perfectamente envuelta que me apena abrirla. Alrededor, mi dormitorio está casi completamente a oscuras, a excepción de la vela en mi mesa de luz. Me siento en mi cama, al lado del obsequio. Sin tener idea de qué puede llegar a ser, dejo la nota a un costado y rasgo el envoltorio. Luego abro la caja.

Lo primero que veo es la seda brillante color azul índigo, seguida de los cientos de pequeños detalles que contiene. No puedo evitar emocionarme al sacar el precioso vestido de su caja. Aquel que Giane me convenció de usar para el baile de bienvenida.

Al verlo una vez más, recuerdo a la perfección a mi amiga diciéndome...

"—Emms, no vas a querer que un vestido así quede guardado por quién sabe cuantos meses o años más."

¡Parece que todo eso pasó hace tanto tiempo atrás!

Guardo el vestido con la delicadeza que se merece. Recojo los restos de la envoltura y, mis ojos regresan a la pequeña nota.

«Para mi Emms»

La giro, es entonces que noto que escribió algo más del otro lado.

«Sé que ésto no compensa todo lo que me ayudaste en la fiesta de esta noche, pero quiero que te lo quedes. Usalo con tanta convicción como en aquel baile en el que enamoraste hasta al cocinero y, nunca olvides lo mucho que te quiero. ♡»

Al leerlo es como si pudiera oír su voz y ver una vez más su cálida sonrisa.

Me acuesto pensando en ella. En el regalo, la nota, recordando momentos de la infancia y, lo último que me dijo.

"No seas como yo, nunca permitas que el miedo apague tu escencia."

Suspiro lentamente.

—Gigi, no tenés idea lo mucho que me gustaría ser igual de fuerte que vos en este momento —susurro antes de dormirme.

➶➶➶➶➶

No me despierto con la luz del sol, o el canto de las aves, ni siquiera con el del gallo. No. Me despierto con las voces cada vez más fuertes de mis padres discutiendo.

Intento taparme lo suficiente para dejar de oírlos, pero escucho que hablan de mí, así que afino mi audición.

—¡Mirá el escándalo que se armó por tu culpa!

—¿Ahora lo que está publicado en el diario es mi culpa? —pregunta mi padre.

—¡Fuiste vos el que lo contrató!

—Sabés bien que desde que estamos acá, necesitamos a alguien que me ayude en el campo. Si hablamos de culpas, ¡Vos fuiste la que quiso venir a Argentina en primer lugar!

—¡Entonces prefiero irme antes que seguir viviendo así! —replica mi madre—. No quiero que me vean después de este lío. Y, también está la crisis económica. ¿Qué vamos a hacer si las exportaciones de maíz siguen disminuyendo?

¡No Soy Una Damisela En Apuros!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora