Capítulo 15

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—¡Bienvenidos a nuestro humilde festejo! —dice el joven asistente llamado Victorino apresurándose para abrirnos la puerta de ingreso al salón de baile

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—¡Bienvenidos a nuestro humilde festejo! —dice el joven asistente llamado Victorino apresurándose para abrirnos la puerta de ingreso al salón de baile.

Cada uno lleva una máscara, incluso Giovanni y Francesca lo hacen. La mía es de color negro, con detalles en dorado y plateado. Siento que es demasiado formal para el vestido que llevo puesto, pero no teníamos tiempo para volver a cambiarnos.

Al ingresar, percibo que es un salón bastante pequeño como para que pueda entrar la cantidad de gente a la que estoy acostumbrada a ver en un baile. Sin embargo, no hay más de 30 personas dentro, lo que lo vuelve del tamaño ideal.

Por más que todos estén con sus respectivas máscaras, hay varios actores que logro reconocer de los camerinos.

—¿Me concede este baile, Emma Scheeneberger? —pregunta Victorino ofreciéndome su mano.

—Recién llegamos, no sé si...

—Sólo pido que me de el honor de bailar con usted tan sólo una vez.

Miro hacia mis lados dudosa. Él parece estar muy decidido a bailar conmigo. Lo pienso unos instantes, me resulta un tanto incómoda su propuesta. Luego tomo su mano y nos dirigimos juntos a la pista de baile.

—¿Para qué son las máscaras? —consulto.

—Bueno, representan al actor. Al colocarse una máscara, dejan de ser la persona que son originalmente y se convierten en otra. Eso mismo sucede a la hora de actuar.

Asiento comprendiendo el motivo por el que insisten en usarlas.

Coloca ambas manos en mi cintura, yo apoyo mis brazos en sus hombros y comenzamos a bailar lentamente al ritmo de la música.

—Tenés razón. Nunca lo había pensado así —respondo.

Entonces veo que, a unos metros nuestro, Gilly está sacando a bailar a Giane.

—¿Hasta cuándo se quedan en Paraná? —menciona Victorino, quien me hace regresar mi vista a él.

—Por lo que tengo entendido, hasta mañana.

—¡Se quedan muy poco tiempo!

La feliz pareja que recién empieza a bailar pasa por al lado nuestro. Siento que Gilly mira varias veces hacia nosotros, así que volteo a verlo. Nuestras miradas se cruzan, por su expresión, él había estado buscando todo este tiempo que lo hicieran. Gesticula algo con la boca que no logro entender.

«¿Necesitás ayuda con él?» Repite y logro deducirlo.

«Estoy bien» respondo. Parece quedarse más tranquilo.

—Yo estaba pensando que...

Agradezco que Gilly se preocupe por mí, pero yo tengo controlada la situación. No necesito que un hombre me ayude a rechazar a nadie.

¡No Soy Una Damisela En Apuros!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora