Capítulo 41

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Gilly

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Gilly

Un rato antes

Sus ojos están constantemente en mí. Me observan indagando, estudiando e intentando averiguar la excusa perfecta para que deje de trabajar para ellos. Lo cierto es que, Luther y su esposa sospechan desde hace días de que con Emma somos más que simples conocidos. Y no me sorprende. Deben haber visto aquellas pequeñas miradas furtivas, sonrisas y disimulados saludos que generalmente hacemos al vernos.

Bueno, si no se habían dado cuenta antes, ahora ya lo saben. Porque la damiselita está defendiéndome a muerte frente a sus padres para que no tenga que trabajar hasta tan tarde.

Debí suponer que no iba a hacerme caso. A fin de cuentas, nunca lo hace.

En fin, solo me queda ir despidiéndome del trabajo mientras lo termino. Es obvio que me van a echar ni bien vuelvan a verme. De todas formas, no estaría acá si no fuera porque así ayudo a Emma, y quizás porque también me siento más cerca de ella. Pero, si los Scheeneberger no valoran mi ayuda, supongo que lo mejor va a ser aceptar el despido como una oportunidad para encontrar otro sitio donde sea valorado.

No obstante, no puedo evitar pensar en lo que eso significaría para ella y para mí. Ya decidí no hacerme pasar más por Eric Gerondi, y si ahora dejo de trabajar en su casa, no sé en qué momentos nos vamos a poder ver.

Los gritos cesan. No mucho tiempo después, la puerta de servicio se abre, y de ahí sale una radiante Emma que se acerca a mí vestida de manera extraña, pero con una sonrisa llena de orgullo.

En esos instantes, me pregunto ¿Cómo puede verse mejor que yo en ropa de trabajo?

Pero no sólo eso, sino que también me doy cuenta de algo. Que, si después de hoy no voy a trabajar más para sus padres, y quizás no nos veamos tan seguido como me gustaría... entonces este es el momento en que tiene que saber que posee un lugar en mi corazón que nadie más tuvo.

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El olor a quemado arruina el momento, pero no mi felicidad de oir que ella siente algo por mí.

Se aleja, intentando ver qué es lo que se está quemando. Y su "¡No! No voy a hacer eso" no suena muy convincente. Sé que quiere verlo más de cerca, por más que le haya dicho que es una mala idea. Y, como ya dije, ella nunca me hace caso.

Estoy a punto de dejar las herramientas a un lado para seguirla y asegurarme de que no haga nada alocado, hasta que por la entrada principal sale Luther.

Viene a despedirme, ¿No es así?

Todavía no terminé lo que tenía encargado. Y yo que esperaba que al menos me pagaran el día de hoy.

Sin embargo, parece ser que la patada en el trasero me la va a dar después, porque en vez de echarme me pregunta acerca de mi familia, algo que nunca antes había hecho. Su actitud me resulta un tanto extraña e inesperada. Más aun porque hay algo en sus ojos, o mirada, que es sospechoso.

¡No Soy Una Damisela En Apuros!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora