Capítulo 33

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Una acción

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Una acción.

¿Qué tan poderosa puede ser?

Cada una provoca ligeros cambios, el haber o no hecho algo influye imperceptiblemente en lo que hagamos después. Sin embargo, con las circunstancias adecuadas, en las decisiones importantes o con las personas correctas, ¿Puede una acción cambiar nuestro rumbo por completo? ¿Acaso tiene el poder de hacernos entender cosas que antes no comprendíamos?

Ese beso fue una simple acción. Pero había hecho lo imposible, me había liberado de las rejas de mi mente. Aquel suave contacto me había transportado del pánico a la sorpresa. Había desordenado a tal punto mi cabeza que ahora era en todo lo que pensaba.

Gilly se separa. Mis ojos se encuentran con los suyos. De repente la piedra en mi garganta se desvanece, permitiéndome inhalar el aire por el que tanto peleé por conseguir. Me esfuerzo por recuperar mi respiración normal, pero ya es muy tarde. Escucho la puerta abrirse.

Él apoya su dedo índice en su boca. Por más que acabe de dar mis primeras bocanadas de aire en lo que a mi parecer fue una eternidad, es ahora que debo mantener mi respiración lo más ligera posible para que no se perciba.

La persona ingresa con dos pasos rápidos. Se lo escucha agitado, casi furioso. Recorre la habitación en completo silencio, como si intentara encontrar un detalle, una diferencia en el orden de algo, para descubrir que alguien más estuvo acá.

Necesito aire...

Vuelvo a ver las maderas a mi alrededor. Intento concentrarme pero no logro evitar sentir que se vuelven cada vez más estrechas. Gilly toma mi mentón, notando que mi miedo amenaza con volver, y gira lentamente mi cabeza, hasta que mis ojos caen en él. Los pasos del recepcionista están cada vez más cerca.

El de ojos café debe haber percibido el temor en mi mirada, porque lo siguiente que hace es sonreír de lado. Sus labios forman aquella curva que suele hacer siempre que algo le sale bien, cuando sabe que tiene la razón, o bien le gana a Lucca en lo que sea. Verlo así es todo lo que necesito para tranquilizarme.

Una de las puertas del ropero se abre. Seguramente, aquella que contiene las fotografías detrás, porque lo siguiente que escucho son las frazadas cayendo al suelo. Me tapo con ambas manos la boca, por miedo a delatar sin querer nuestra ubicación.

Esta vez, el hombre se coloca en frente nuestro, a dos simples puertas de descubrirnos. Cierro los ojos, pensando en qué excusa podremos dar una vez que nos encuentre. No obstante, siento una voz familiar llamarlo.

—No me... Estoy sintiendo bien —dice Giane antes de que se escuche un fuerte sonido de algo golpeando contra el suelo.

Todos, inclusive el recepcionista, salen corriendo a ver lo ocurrido.

—¡Se desmayó! —pronuncian múltiples voces, atemorizadas.

Aprovechando el estupor de la gente, Gilly abre sigilosamente la puerta del ropero.

¡No Soy Una Damisela En Apuros!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora