Capítulo 26

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"Con las mentiras se puede llegar muy lejos, pero lo que no se puede es volver

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"Con las mentiras se puede llegar muy lejos, pero lo que no se puede es volver."

—Anónimo

En el momento en que escuché su voz y miré la decepción en sus ojos, me di cuenta del error que había cometido. Todo había comenzado con un simple deseo egoísta, el que me había motivado a pedirle a un desconocido que me ayudara una vez más, después del baile. No obstante, esa única vez se convirtió en dos, y luego la mentira se volvió tan gigante que me resultó imposible encontrarle una salida.

Nuestro secreto había sido alcanzado por el mayor enemigo de la mentira, el tiempo. Y tenía que afrontar las consecuencias.

Giane tiene razón. Pudimos ser claros desde el principio, evitar arruinar todo. No se juega a mentirle a los demás sin esperar que la verdad salga a la luz.


Gilly intentó defenderme lo más que pudo, pero yo no lo dejé. A fin de cuentas, todo había sido mi culpa. Él solo había seguido mi juego.

Luego de explicarle todo, tuvimos que rogar que no gritara, porque los demás la escucharían y vendrían. A ella no le gustó al principio, quería que todos supieran lo que habíamos hecho. Pero, le dije lo que ocurriría con Gilly si se supiera del engaño. Obviamente no volvería a trabajar, al menos no en Bella Vista. Una mancha de esa magnitud arruinaría por completo su reputación. También le comenté lo de su padre, que él no está lejos de ser un Gerondi. Si nos ayudara a buscarlo, quizás en un futuro cercano no tendría que mentir al decir su apellido.

Le costó aceptar, pero después de considerarlo, finalmente lo hizo. Me miró a la cara y me dijo que si se mantenía callada era por él, no por mí. Luego de eso, todos volvimos a nuestras habitaciones.

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Ingresamos en la gran Librería del Colegio, un edificio de 99 años que tuvo de clientes a Bartolomé Mitre, Sarmiento y Avellaneda, entre otros. En un tiempo, este lugar sin dudas será una verdadera reliquia.

Llevo mi maletín en la mano izquierda, ya que, intenté guardar todas mis cosas en mis dos valijas, pero no fueron suficiente. Tuve que comprarme algo más para colocar parte de mis objetos.

Mi amiga entra adelante mío, ignorando absolutamente mi presencia. Me duele que se haya enterado así, y que el trato entre nosotras vaya a cambiar. En todo el recorrido evita mirarme, cruzarme y, sobre todas las cosas, hablarme.

Paseo entre las repisas buscando alguna manera de acercarme a ella, de explicarle que lo último que quería era herirla. Me posiciono disimuladamente frente al estante en el que acaba de agarrar un libro, el mismo mueble separándonos. Finjo parecer interesada en una tapa en particular, pero levanto la vista, esperando que ella haga lo mismo.

¡No Soy Una Damisela En Apuros!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora