Capítulo 39

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Estoy sorprendida

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Estoy sorprendida. La fiesta de disfraces que tanto odié y quise evitar terminó volviéndose en una de las noches más extrañas y divertidas de todas. Sí, es verdad que sufrí bastantes nervios, pero los buenos recuerdos no siempre se tratan de momentos alegres. En retrospectiva, el baile de esa noche fue de los instantes más felices de mi vida. Más aún, al saber lo que vendría después.

Los gritos furiosos de mis padres deben ser audibles en toda la ciudad. Hago oídos sordos y, una vez que terminamos de discutir, salgo de mi casa para ayudar a mi amigo.

En medio de la oscuridad de la noche lo veo. Gilly trabaja arduamente para poder volver a su hogar lo antes posible. Me acerco a darle una mano. Ya que no conseguí que mis padres le dieran el día libre, entonces pienso ayudarlo a que termine más rápido. No les gustó la idea, pero tampoco les dejé opción.

—¿Venís a hacerme compañía? —pregunta Gilly viéndome llegar.

Niego con la cabeza.

—Te dije que iba a intentar convencer a mis padres para aligerar tu carga laboral. ¡Y acá está tu solución! —afirmo señalándome.

Él me estudia detenidamente.

—¿Vas a entretenerme para que el tiempo pase más rápido?

Bajo los brazos, frustrada.

—Voy a ayudarte, cerebro de maní.

—No hace falta que te recuerde lo que pasó la última vez que trabajamos juntos —menciona—. Animales locos, barro, desastre, comida quemada, y podría seguir.

—No hay que recordar esos momentos del pasado. Todo eso pasó por mi culpa. Esta vez vamos a trabajar en equipo. Solo decime en qué te puedo ayudar.

Deja las herramientas a un lado y se acerca a mí.

—Te metiste en problemas por esto, ¿No?. Los gritos que venían de tu casa, ¿Fueron por defenderme?

Bueno, era de esperarse que él los escuchara.

—Sí, y ya sé que me dijiste que no lo hiciera...

Sus labios se curvan y me toman por sorpresa.

—De todas formas, me gusta que te preocupes por mí. Así que, puedo perdonarte esta vez —agrega.

Me arremango el vestido.

—Entonces, pongámonos en marcha así terminamos cuanto antes.

—¿Estás segura de trabajar con tierra a esta hora cuando podrías estar descansando?

—Segurísima.

—De acuerdo, Madame.

A mitad de la noche y sin más que un farol para alumbrarnos, Gilly me enseña a usar un par de herramientas, y trabajamos juntos. Él se encarga de la parte más dura, mientras yo lo ayudo en todo lo que mi inexperiencia le sirva.

¡No Soy Una Damisela En Apuros!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora