Capítulo 32

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—¡No te das una idea de lo mal que la pasé anoche, Gilly! ¡Marena es gritona, engreída y mentirosa! Estuvo toda la cena intentando hacerme a un lado

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—¡No te das una idea de lo mal que la pasé anoche, Gilly! ¡Marena es gritona, engreída y mentirosa! Estuvo toda la cena intentando hacerme a un lado. Sólamente quería hablar italiano, y yo sé bien que también habla castellano. Pero claro, yo no entiendo del todo el italiano, así que lo hacía a propósito.

La persona caminando a mi lado me escucha en silencio.

—¡Y hay más! Se puso a hablar mal de Bella Vista. Contó historias de que se formó un grupo de saqueadores en nuestra ciudad por la crisis. Aparentemente, atacan a los de mayores recursos. ¡Pero creó todo ese cuento para asustar a los De Simone y que regresen a Europa con su familia! —libero mi bronca en un suspiro— Quiere quedarse con Lucca. Lo veo en sus ojos.

Por primera vez en lo que llevamos del recorrido, cierro la boca. No solo porque me haya descargado completamente, sino también porque caigo en la cuenta de lo inusual que es que Gilly no haya dicho ni una sola palabra.

—¿A qué hora tenés que regresar al trabajo?

—A las seis —responde indiferente.

Aguardo unos segundos para ver si continúa la conversación, pero parece no querer hacerlo. Caminamos en silencio. Puedo entender la razón por la que él no habló durante todo este tiempo, es bastante relajante pasear sintiendo tan solo el ruido de tus pisadas y la brisa del viento moviendo las hojas. No obstante, siento que hay algo diferente en mi amigo.

Intento buscar el motivo de su extraño cambio, hasta que recuerdo nuestro último encuentro y la última conversación. Él iba a contarme algo. Algo urgente. Antes de que apareciera Lucca.

¿Tendrá algo que ver su secreto con su silenciosa actitud?

—¿Él te ama? —pregunta rompiendo el silencio de una manera inesperada.

Rápidamente pienso en Lucca. Nunca dijo que me amaba pero veo un cariño sincero en él al verme.

—Eso creo —respondo.

—Entonces no tenés que preocuparte por Marena. No dejes que tus celos te nublen de la verdad. Si él te ama, seguramente no tiene ojos para nadie más. Podría intentar conquistarlo la mujer más bella del mundo, pero su mente seguiría anhelando ver tus ojos y escuchar tu voz diciendo que perdiste la cabeza igual que él, porque sentís lo mismo.

Freno y lo miro extrañada. Él también deja de caminar y gira hacia mí. Evita encontrarse con mis ojos por unos instantes, hasta que se atreve a hacerlo. Veo en su mirada la honestidad de sus palabras, el sentimiento que lo motivó a decirlas. Jamás había visto en su expresión lo que veo ahora, las palabras de Giane pasan por mi mente.

—Nunca pensé que llegaría el día en que defendieras al amor de esa manera —menciono.

Se encoge de hombros.

—Capaz me equivoqué al juzgarlo sin conocerlo.

Entrecierro felizmente mis ojos, al mismo tiempo que proceso lo que acaba de salir de su boca.

¡No Soy Una Damisela En Apuros!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora