Capítulo 23

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—Desde el momento en que te presentaste, supe que no existía ningún Eric en nuestra familia

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—Desde el momento en que te presentaste, supe que no existía ningún Eric en nuestra familia.

—No estábamos robando nada —dice Gilly y se acerca a Pierre—. Si sabés quien soy, entonces vas a entender por qué vine a este lugar.

—Virgilio Gómez. Hijo de Belmont Gerondi. Me conozco los nombres de cada uno de mis parientes, incluso los que no aparecen en ningún lado —da unos pasos hasta apoyarse en el escritorio y continuar—. Por eso los dientes puntiagudos, porque sos un Gerondi por derecho. Solo que mi tío no quiso darte su apellido. Por eso estás acá, ¿Verdad?

—Queremos encontrar a su padre para que lo reconozca como Gerondi. Pensamos que encontraríamos algún tipo de información de él —respondo.

—Pero, ¿Por qué mentir? ¿Por qué Eric?

—Por mi culpa —menciono—. Le pedí que fingiera ser alguien más para ayudarme, y luego se nos salió de control.

—No es verdad —dice Gilly—. Emma me ayudó a volverme un caballero porque era la única manera de venir a Buenos Aires, y encontrar a mi padre.

—Bueno, si precisan ayuda, puedo ofrecerles la mía. Veo que necesitan a alguien que sepa dónde está la información que buscan. Yo soy el ideal para ese trabajo.

—¿Nos vas a ayudar? —consulto confundida.

—Es mi primo, y es injusto que en las reuniones familiares ni él ni su familia sean considerados, cuando tiene el mismo derecho de portar el apellido que yo.

—Si le contás a alguien, no la incluyas a ella —pide Gilly—. A fin de cuentas, yo soy el fraude.

Me enternece que se preocupe por mi reputación. Pero yo también me preocupo por la suya, así que no podría dejarlo hacer eso.

Antes de que pueda objetar su petición, Pierre contesta.

—No le voy a decir a nadie —nos mira rápido a cada uno de nosotros—. Pueden confiar en mí.

—Te lo agradezco, Pierre —sonrío aliviada.

—Lo que sí... —agrega— van a tener que aprender a disimular mejor. Y vos, primo, tenés que actuar más como un Gerondi. Yo te voy a ayudar con eso, después. Ahora, pongámonos en marcha a buscar esos documentos.

Gira para ojear la oficina entera con la mirada. Finalmente, señala el tercer cajón de un antiguo mueble en uno de los rincones.

—Allá debe estar lo que buscan —se acerca, abre el cajón y revuelve entre los diferentes archivos— Negocios familiares... Los hermanos B, ¡Acá está! —saca uno.

Lo coloca en el escritorio, nos acercamos a su lado, listos para ver su contenido.

En grande y elegantes letras tiene como nombre «Los hermanos B».

¡No Soy Una Damisela En Apuros!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora