Capítulo 2

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Siento la música recorriendo mi cuerpo y, por un segundo, imagino que estoy bailando sola

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Siento la música recorriendo mi cuerpo y, por un segundo, imagino que estoy bailando sola. Entonces nuestras miradas se cruzan, él sonríe. No puedo evitarlo. Porque, si me sonríe así, ¿Cómo puedo evitar sentir algo más?

Sin embargo, del mismo modo como interrumpen a Cenicienta en el mejor momento, veo cómo mi compañero de baile se congela al observar algo a la distancia y me da un ligero apretón de manos para avisarme. Miro a mi alrededor buscando qué fue lo que él vió que lo pudo haber asustado tanto. Cuando los veo, mi sangre se congela.

Me siento protagonista de un cortometraje de terror, dónde la víctima encuentra a lo lejos al malvado que la persigue y sabe muy bien que para sobrevivir debe huir y esconderse. Comparto una última sonrisa con mi príncipe, intento tapar mi rostro lo más disimuladamente posible y huyo del lugar.

6 Horas Antes

Del carruaje hermoso frente a mí baja una mujer, o quien más bien parece una princesa por su vestimenta, porte y delicadeza. Agradece al cochero por ayudarla a bajar y entonces me observa.

Puedo notar que su reacción es igual a la mía, nos miramos mutuamente por unos segundos como dos personas adultas que no se ven luego de un largo tiempo. Pero entonces, la emoción y alegría se apoderan de ambas. Soltamos gritos de felicidad casi al mismo tiempo, ella se levanta el vestido y sale corriendo a abrazarme.

—¡Emmaaa! —grita jubilosamente y nos abrazamos luego de varios meses anhelando este momento.

—¡Gigi! ¿Cuándo creciste tanto? —pregunto, no solo notando que ahora es ligeramente unos centímetros más alta que yo, sino también que su figura transmite mayor madurez.

—Sólo digamos que, Italia es un lugar mágico —responde mostrándome sus costosos guantes y sombrero—. Emms, te extrañé tanto.

—Yo la extrañe aún más, Princesa Gianella De Simone. —hago una reverencia como si mi amiga fuera miembro de la realeza y esto la hace reír.

El carruaje sigue su camino y pienso que debería haber bajado alguien más de él.

—¿Y Lucca? —consulto.

—Llegó conmigo, pero tuvo que irse a inspeccionar los preparativos para su fiesta de bienvenida de hoy.

—¿No debería ser una fiesta para ambos?

—Claro que no, Emms. Es un baile para adultos, nosotras no fuimos invitadas —enrieda su brazo derecho con mi izquierdo, nos dirigimos caminando hacia su casa y añade—. Pero, obviamente que de todas formas asistiremos.

La miro sorprendida y me encuentro con la misma expresión de hace un año, cuando sabíamos que nos meteríamos en problemas.

Ya en su dormitorio, Gianella me cuenta todo acerca de los maravillosos lugares que visitó, de un par de chicos italianos y franceses que conoció y por último, de su viaje hasta acá. Luego de ponernos al día, dimos inicio a la fase llamada "Arreglarse como Nunca Antes".

¡No Soy Una Damisela En Apuros!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora