Capítulo 25

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Para sopresa de ambos, la persona que abre la puerta es una mujer

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Para sopresa de ambos, la persona que abre la puerta es una mujer. Una señora joven, de cabello castaño, ojos grandes.

—Estábamos buscando a Belmont Gerondi —menciona Gilly, a mi lado.

—No vive nadie con ese nombre acá.

—¿No habrá sido el dueño anterior de la casa? —le pregunto. Si sabe dónde encontrar a su anterior propietario, nos sería de utilidad.

—Hace casi siete años que vivo acá —responde amablemente—. Lamento no poder ayudarlos.

En el camino de regreso, noto a mi amigo un tanto callado.

—Lo vamos a encontrar —afirmo intentando animarlo. Gira a verme sonriente.

—Si tanto se oculta, dudo que quiera ser encontrado —no percibo tristeza en su tono de voz—. Además, no es tan malo ser un Gómez. Voy a estar bien.

Lo miro sorprendida. Esperaba verlo más afectado al no encontrar a su padre, pero no es el caso. Parece tomarlo bien, hasta con cierta diversión.

—Necesito sentarme urgentemente —menciona Gigi exhausta, una vez que regresamos con los demás—. Bailar es agotador.

Ingresamos en un fino restaurante del barrio de La Boca. Es algo temprano para cenar, pero tenemos un recorrido bastante largo de vuelta, así que lo mejor es ir con la panza bien llena.

—Disculpe mi intrusión, pero, me dijeron que en esta mesa teníamos visitas de familias con apellidos importantes —afirma el mesero que nos trae la comida, curioso.

—Así es —responde Giovanni sacando pecho—, nosotros somos los De Simone.

El muchacho se queda mirándolo con la misma sonrisa que antes. Parece no conocer su apellido.

—Y él es un Gerondi —agrega señalando a Gilly.

El mesero se asombra inmediatamente al oírlo.

—¡Un Gerondi!

Giro a ver a mi amigo, quien está demasiado concentrado observando la comida como para escuchar la conversación que tienen de él. Lo codeo y levanta la mirada, notando que todos lo miran.

-—Soy Eric Gerondi. Mucho gusto —dice sonriente.

Me pregunto en qué habrá tenido su cabeza tan ocupada como para olvidar su segunda personalidad.

—Nos gustaría que nos firmara un papel para contribuir a la fama del local. Que un Gerondi haya estado acá es un inmenso honor. Solemos hacer esto con la gente importante, ¿Le gustaría participar?

Mi amigo responde afirmativamente y el mesero vuelve minutos después con una pequeña hoja y pluma de tinta azul. Giovanni observa la escena un tanto angustiado por no ser él quien es reconocido por su apellido.

¡No Soy Una Damisela En Apuros!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora