Gilly, Giane, Lucca y yo.Así estaba conformada la línea de amigos que caminaban juntos por las magníficas calles de Buenos Aires.
—¿Pudiste empezar a leerlo? —me consulta Lucca. Entiendo que habla del libro que me regaló.
—Todavía no, pero planeo hacerlo lo antes posible —comento caminando a su lado—. ¿Cómo te acordaste de que quería ese? Pasaron tantos años...
—Sí, bueno —se aclara la garganta para continuar—. Yo... —susurra pero no logro comprender sus palabras.
—¿Qué cosa?
—Lo anoté —me mira a los ojos tímidamente—. El mismo día que me contaste que no te dejaban tenerlo, lo escribí en un papel. Decía "Cuando crezcas, le vas a regalar el libro Orgullo y Prejuicio".
Me cubro la boca sorprendida y rio.
—¡Que tierno! Pero, ni que tuvieras problemas de memoria.
—Soy una persona organizada, no me gusta olvidarme de las cosas. Más aun si tiene tanta importancia —baja la mirada, suspira y la levanta para encontrarse con mis ojos—. Porque, la verdad es que... Sos importante para mí, Emma.
Mi corazón deja de latir, está congelado con las palabras de Lucca. El azul de sus ojos brillan todavía más con el sol del mediodía en ellos. Y su sincera sonrisa, esa curva de perfección, hace despertar todas las mariposas en mi estómago.
Soy importante para él.
Por un segundo, imagino que estamos sólo nosotros dos. Ese instante dura poco, porque sus voces arruinan el momento.
—Yo soy el que tiene que disculparse, Giane. Después de todo lo que hiciste por mí, me porté como un desagradecido —dice Gilly. Yo estiro mi oído atenta, ¿Se están reconciliando? Esa conversación me interesa.
—No te preocupes, tontito —ella lo toma de la mano—. Sabés que haría mucho más por vos.
Giro mi mirada y los veo a través de Lucca. Giane lo observa fijamente, aunque la tengo de espaldas, sé que debe estar sonriendo. Luego vuelve a mirar al frente, y veo cómo su sonrisa se esfuma lentamente.
—También sé que no se pueden forzar los sentimientos —menciona. Si no fuera porque antes me dijo que a ella solo le importaba el dinero de Gilly, podría decir que se ve afectada.
—Todo sería más fácil si se pudiera —responde Gilly, voltea su mirada y se encuentra con la mía. No parece sorprendido de que haya estado atenta a ellos, sino que me da una de sus sonrisas de lado.
Me siento atrapada, sus ojos cafés se rehúsan a dejar de mirarme y me siento incapaz de apartar los míos hacia otro lado. Soy una tonta, hace cinco minutos me derretía por la sinceridad en los ojos de Lucca. Y ahora, Gilly me hace sonrojar sin pronunciar palabra alguna.
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¡No Soy Una Damisela En Apuros!
Historische Romane¿Estás preparado para convertirte en el nuevo escándalo de 1929? Emma posee una habilidad especial, meterse en problemas. Conoce a alguien nuevo, con quien comparte el mismo amor por las travesuras. Sin embargo, es un simple empleado, así que lo dis...