Capítulo 11

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La noche continuó de manera mágica

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La noche continuó de manera mágica. Finalmente pude conocer al resto de la familia de Gilly. Es más, descubrí que una de sus hermanas es la que me ofreció su mano para continuar la ronda. Conocí a la famosa Catalina Gómez de la que él me había hablado antes, es una mujer humilde y muy hermosa. Danilo, Bercia, Gilberta, Bonifacio, Petra y el pequeño Dante, son los nombres de sus hermanos menores, quienes no dejaron de llamarme "Su Majestad" ni tratarme como si lo fuera por culpa de su hermano mayor.

Tuve el gusto de bailar con la mayoría de ellos, y jugamos extraños juegos. En uno me vendaron los ojos y tenía que oír las indicaciones que me daba mi equipo para saber dónde dibujar una parte del animal que estábamos haciendo entre todos. Claramente, nosotros perdimos. Sin embargo, no me odiaron por haber puesto las orejas del burro en su espalda, sino que lo tomaron con gracia y me dijeron que con práctica sería la mejor dibujante de todas.

Realmente no quería que se acabara. Deseaba permanecer en ese lugar, entre esa gente, el mayor tiempo posible. No obstante, lo bueno tiende a durar poco, o así lo percibimos nosotros, y tuve que regresar a mi hogar acompañada por Gilly y Dante. Su hermanito no quería despedirme, así que lo abracé y le prometí volver a verlo pronto.

Y ese es un pequeño resúmen de lo hermosa que fue la fiesta de ayer. Me juré no olvidar esos recuerdos felices jamás, porque ahora debo seguir adelante y enfrentar aquel problema que tanto me aterra... El casamiento. Bueno, por ahora es sólo el compromiso, pero es solo cuestión de tiempo a que pase lo otro.

—¡Emma! —llama mi mamá del otro lado de la puerta de mi dormitorio— Tenemos que hablar de lo que ocurrió ayer.

—Ahora no, mamá —respondo—. Es demasiado temprano.

Mi respuesta la convence, me dice que aquella charla será luego y se marcha para continuar su costura.

Siento dos golpes en la ventana, pienso que quizás fue un pájaro. Segundos después vuelvo a escucharlos, ahora son tres golpecitos. Me levanto de la cama y me acerco a ella.

—¡Abrime! —menciona mi compañero de baile de ayer sosteniendo algo en su brazo derecho.

Al principio no entiendo qué tiene. De todas formas, abro la ventana y entonces comprendo que trae el traje, y quiere déjarmelo.

—Sigue siendo demasiado temprano —digo recibiendo lo prestado mientras bostezo.

—Ya veo —me mira intentando esconder la risa pero me doy cuenta que observa lo desastrozamente desarreglada que estoy. Sus ojos paseándose por mi desordenado pelo y mi cara, que de seguro tendría las marcas de la almohada— ¿Noche larga?

Sonrío sarcásticamente y le digo que algo así. Acordamos juntarnos en un rato afuera de la casa para así llevárselo juntos a Don Arturo. Así que, cuando se va, intento ponerle orden a mi pelo, combinar mi ropa y arreglarme lo suficiente.

¡No Soy Una Damisela En Apuros!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora