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CAPÍTULO 51
ADIOS, AMBER.

Bast POV

Nunca había sentido que el corazón dejaba de latir.

Y sinceramente era una de las tantas emociones que comencé a sentir cuando Amber con sus pelucas, lentillas e identidad cambiante me enseñó.

La muerte nunca la había considerado algo malo, siendo médico presencié muchas e incluso una amiga muy cercana a mi también murió hace años. La muerte siempre estuvo cerca, incluso cuando yo fui quien la provocaba por mi incontrolable sed.

Al cual, tanta muerte me hizo normalizarla. No sabría decir si eso era bueno o malo, pero tenía el pensamiento que las personas muertas descansaban más, se relajaban, podían tener paz.

Yo nunca les había dado paz a mis padres, ni a mi hermana. Así que... Tendrían paz ahora.

Y eso era bueno... Creo.

Sinceramente yo, queriendo tener empatia, era tan ridículo que daba pena ajena.

Pero aún así, tuve una reacción genuina con ella.

Era... Una sensación extraña.

Porque no llegué a tiempo a que no dispare, cuando llegue a ella ella ya tenía los ojos bien abiertos y la boca en forma redondeada abierta para poder respirar.

—¡No!

Sus piernas se doblan y la sujeto justo antes de que caiga al suelo, mi desespero crece consecutivamente haciendo que cada vez sienta mis órganos encogerse en su lugar con dolor.

—No, no, no...

Ella parpadea lentamente con dolor, abre la boca para decir algo pero se ahoga con su propia sangre y con la boca abierta puedo presenciar como cae esta por una hilera manchando su mejilla.

Vuelve a cerrar la boca tragando, y cuando sus ojos están sobre los míos me queda mirando. Fijamente. Puedo notar el dolor en ellos.

—Amber.... ¡Amber!

Veo como una lagrima rebalsa y cae por su mejilla, su mano se aferra con una fuerza casi inexistente a la mía.

—Está bien. —Logra articular. —No duele.

—¿Qué has...? —Cierro mi boca, es dolor que sentía era inigualable. Casi improbable de describir.

—Tenía que... —Cierra los ojos. —, acercerlo.

Miro la herida rápidamente, por la zona ubicada y la sangre que está perdiendo sé que no podré salvarla, y aunque la lleve a un hospital tampoco podrían hacer nada porque dudo que resista estar con vida un minuto más.

Ni siquiera mis habilidades médicas o mi lado vampirico podría mantenerla con vida, y era la primera vez que aquello me hacía arder la sangre de la rabia.

—Eres una hija de puta. —Mascullo. —¡Sí, eres una...! ¡Te odio!

Ella me mira, no dice nada más solo me queda mirandome.

Odio esa mirada, odio sentir que ella me tiene pena en sus últimas horas de vida. Odio... La odio.

La junto a mi pecho, y ella pierde el contacto visual cuando la obligo a abrazarme. No me responde, solo se queda tensa mientras yo la apego a mi y hundo mi cabeza en su cabello.

BastDonde viven las historias. Descúbrelo ahora