CAPÍTULO DIECISÉIS
NO MÁS VAMPIROS, POR FAVOR.
Tal como Bast había dicho, a media noche pasó a buscarme.
Entré a su auto, tirando de mi bolso aún costado y arreglando el zapato que por apurada me lo había puesto ridículamente mal.
Ni siquiera espero su alago a mi vestuario. Sea el vestido, o prenda que use, Bast ni si quiera parece inmutarse en mirarme, como siempre.
—¿Y bien? —Arreglo mis zapatos para luego sacar el arma y cargarla. —¿Estas listo para recibir balas?
—Se supone que aprenderé a no necesitarlas. —Puntualizó.
—¿Tienes en cuenta que me sacas la emoción de tener que dispararte? Es casi relajante.
—Vaya, gracias Amber. —Ironizó.
Le sonrío divertida y guardo el arma.
—Estoy enfadada. —Murmuré. —Me pongo mi mejor vestido, te acompaño a tu misión de control con vampiros que probablemente quieran matarme y ni siquiera notas que tengo un vestido nuevo.
Él me repasa con la mirada por un segundo y vuelve la vista al frente.
—Bonito vestido.
Ni siquiera lo ha visto bien…
—No alagues el vestido, alágame a mi.
—Bonito cuerpo, luces bien el vestido.
Suena forzado, pero aprueba.
—¡Muy bien! —Di aplausos. —¿Estas listo para estar con tu nueva familia de vampiros?
—Estoy sudando como cerdo.
Me río.
—Será interesante.
—¿Crees que pueda?
—No, pero me divertiré viéndote intentarlo.
Él me fulmina con la mirada y sonrío triunfal.
—Halague tu vestido, ahora mínimamente tranquiliza mis nervios.
Lo miro fijamente. Lleva su típica camisa negra con los tres botones desabrochados. Su cabello está desordenado y sus ojos tienen un brillo especial. Celestes. Podría mirar sus ojos toda mi vida.
—Sé que podrás.
Hasta yo misma me sorprendo el tono de voz que he usado. Es como si se lo dijera del fondo de mi alma. Y al decirlo en voz alta es como si lo aceptara. Sé que podrá. No sé porqué pienso aquello pero podrá.
—Gracias, Amber. —Su tono de voz fue como un susurro, igual de sincero como el mío.
Nos quedamos en silencio. Por primera vez al estar en silencio no fue incómodo, sino… Reconfortante.
—Sé que estarás ocupado intentando aprender… Pero intenta no dejarme tanto tiempo sola con los vampiros.
—¿Por qué? Puedes controlarme, lo harás con ellos.
—Me da miedo.
Miro por la ventanilla.
Hubo un silencio.
Hasta que Bast comenzó a reírse.
—La narcocriminal Amber Neferet teme por su vida. —Se ríe aún más fuerte.
—¡No te burles!
—Ya, ya, es que… —Se ríe con más fuerza. —Le has hecho honor a tu apariencia. Tienes cara de ser una niña malcriada que su único pecado fue sacarle la lengua a un crío y teme hasta de una hormiga. Claro después te conocí mejor y me di cuenta que eres una persona perseguida con la identidad de una anciana que murió hace años. Puedes ir a la cárcel tranquilamente por el robo de identidad.
—¿Por qué siempre sacas a la luz mi identidad?
—Es interesante. —Admite. —¿Sabes qué? Cuando llegue a Florida y mis padres me dijeron que vendría la amiga de Hannah a la cena no me importó, pero cuando te vi sentí el olor de tu sangre tan… Especial.
—¿Es un alago en el idioma vampiro?
—Pero cuando estaba comiendo y te escuché hablar con tu padre… —Ignora mi pregunta para seguir contándome. —, Joder, me di cuenta que eras una caja de sorpresas.
—Cuando te vi vampiro por primera vez me has dado un susto horrible. Ni siquiera tenía un arma, tuve que pedirle a mi padre que me devuelva la mía.
—¿”Tu arma”?
—Mi padre dice que cada persona debe encontrar su tipo de arma indicada. —Expliqué.
—¿Y cómo supiste que ésa era tu arma?
Estaciona y ambos vemos como había un pequeño grupo de al menos seis personas reunidas en la oscuridad, esperándonos.
—Con esta arma asesine a mi madre.
Respondo para luego abrir la puerta y bajar. Bast copia la acción mientras que yo me acomodo la falda del vestido y camino detrás de él.
Estoy echa un manojo de nervios.
—Estoy aterrada. —Le susurré.
—Te estaré mirando.
—Lamento desconfiar de tus métodos de cuidado.
Él me mira por sobre su hombro, curioso. Y entonces noto como su gran mano sujeta de la mía. Me quedo plasmada cuando entrelazamos las manos y él camina como si nada.
—Te cuidaré, relájate.
Y lo peor de todo es que aquello de una forma inexplicable me tranquilizó.
—Vaya, vaya. Ya llegaron. —Jasper nos mira con una sonrisa superficial. —Ya teníamos hambre, creímos que no vendrías.
—Ya dijimos que iríamos.
Jasper me mira.
—Última oportunidad para echarte atrás, guapa. Recuerda que aquí somos todos vampiros.
Miro por sobre su hombro, los otros vampiros tienen la mirada fija en mi, como alguien que mira el bocadillo de postre. Todos parecen humanos a simple vista, pero si se lo ve más a profundidad se nota que tienen los ojos un poco rojos y unos colmillos sobre saliendo de su boca.
Relamo mis labios y vuelvo a centrarme a Jasper.
—¿Qué es lo que tiene que hacer? —Fui directo al grano.
—Carácter. Ya veo porque Sebastián te tiene a su lado. —Se inclinó hacia un costado y comenzó a caminar, nosotros lo seguimos. —Siempre utilizamos el club de aquí en la esquina, liberan una droga en las ventilas de aire para así mantener inmovilizados a los humanos y poder comerlos con más facilidad. Pero siempre hay uno que otro humano que le tarda en hacer efecto.
—¿Y si no puedo detenerme?
—Haré que puedas.
Al llegar al bar, Jasper saluda con la cabeza al de seguridad para luego nos deje entrar a todos. Miro como los vampiros se dispersan por el lugar, dejándonos solos con Jasper. La música electrónica suena con fuerza y todos bailan enérgicos empujándose uno contra otros.
Siento como alguien me empuja y casi pierdo el equilibrio, Bast me sujeta del brazo evitando que pueda caer. Me pone frente a él y con sus brazos aparta a todos para que podamos pasar. No recibo ningún otro empujón, sintiéndome como una niña pequeña al cual su padre protege.
—Elige a todos los que quieras. —Exclamó por sobre la música.
—Me da igual. Quiero sangre.
—Vale, te recomiendo ése. —Señaló a uno con la cabeza. —Es bueno para ser el primero.
—Ve. Buscaré un trago. —Lo animo.
—No te tardes en volver. —Respondió.
Asiento con la cabeza y me suelta de la mano, para comenzar a caminar detrás de Jasper. Me quedo mirándolo con curiosidad, comenzando a sentir los empujones de las enérgicas personas. Inclino mi cabeza aún costado mirando como se acercan al chico. Jasper parece decirle algo en el oído y Bast asiente con la cabeza, entendiéndolo.
Apartó la mirada cuando veo que le clava sus colmillos.
Miró para otro lado, intentando localizar la afortunada barra de licor. Lo que sea que me ayude a pasar el rato. Cuando lo localizo sonrío como cría que le ofrecen un caramelo y caigo en sus encantos comenzando a caminar en su dirección.
No tardo en pedirme un trago y el barman en servírmelo. Cuando me extiende el vaso y lo deja en la mesa puedo ver perfectamente como tiene las mangas rojas de sangre y unos agujeros de colmillos allí. Se han alimentado de él.
Bar de vampiros. ¿Quién lo diría?
Tomo el trago y echo mi cabeza atrás, encantada por el sabor sintiendo mi garganta arder. Nunca he sido fanática del vodka pero lo tomaba cada vez que necesitaba embriagarme un poco.
Pido otro con la mano y me recargo en la barra. Miro en dirección a Bast, pero ya no lo veo allí sin embargo sonrío cuando veo que el humano al cual se alimentó sigue bailando con alegría.
Lo ha logrado.
Capullo suertudo.
—¿Gustas bailar? —Escucho que alguien pregunta.
Lo miro con interés.
Todo mi interés se va cuando noto que es uno de ellos.
—Paso. —Sonreí engreída.
—Vamos, podemos divertirnos.
—Me gusta divertirme sola, gracias.
—Si vienes con ése vestido es porque eres una puta que quiere pasárselo bien. Venga, vamos a pasarla bien.
—Oye tú tienes ese traje que te hace ver interesante y no lo eres. Así que vete.
—¿Qué pasa, Rob? —Otro de ellos aparece. —¿La belleza se niega a cooperar?
—No más vampiros por favor, suficiente con Bast.
—¿Bast? ¿Sebastián? ¡Ah sí! —El nuevo mira con alegría al acosador. —Déjala Bob, vino con el nuevo.
—¿El nuevo? —Esta vez pregunté yo.
—El nuevo en el clan. Lo invitaran a unirse. Vamos Bob.
El tal Bob me mira con una mueca para luego irse con el grandulón. Vaya, Bast en un clan, es extraño. ¿Significa que siempre estará aquí a media noche?
Bebí de lo poco que quedaba de mi trago. Bueno, al menos se controlará.
Mi teléfono comienza a sonar. Me apoyo en la barra para ver cómodamente quién era.
Mi padre.
Pongo los ojos en blanco y rechazo llamada.
Alzó mi cabeza cuando siento que me están mirando. Sin embargo me relajo cuando era Bast que chequeada a distancia que estuviera bien. Le alzó los pulgares alegre y él pone los ojos en blanco para seguir haciendo lo suyo con su nuevo amigo.
El encanto en persona.
Me quedo mirándolo mientras se acerca a una mujer. Es increíble lo apuesto que es. Sus ojos son los más celestes y brillosos que incluso da miedo. Es… Encantador. Y esa palabra llega incluso a ser corta, es increíble que un chico tan guapo como él sea mi… ¿Novio-No-Novio?
Sonrío de solo pensarlo. Ni si quiera tiene la oportunidad de negarse serlo.
Mi teléfono vuelve a sonar. Era un mensaje.
PADRE: Atiende, ya.
Apenas lo leo, mi teléfono vuelve a iluminarse en una llamada. Pongo mala cara cuando camino hacia la salida, saludo al gorila con la cabeza y él me abre la puerta. Al salir llevo el teléfono a mi oído.
—¿Cómo se te ocurre? —Ladra apenas atiendo. —Esto es el colmo. Te doy la libertad de vivir en tu asquerosa cuidad nueva utilizando esa ridícula personalidad robada ¿Y así me pagas?
—Buenas noches para ti también, padre.
—¡Déjate de boberías! ¡Estás en un bar de territorio de otro contrabando y te atreves a bromear ahora. ¡Que mala imagen das! ¡Que vergüenza!
—Ya veo, estás asustado que me guste más la droga que tienen aquí. Bueno, será mejor que prueba para saber, últimamente tu droga sabe a mierda.
—Mierda que consumes así que respétame. Vete de ahí.
—¿Y sí no lo hago qué? ¿Me quitarás el Internet? ¿Me castigarás enviándome a mi cuarto? Por si te olvidas sin mi solo eres un anciano muriendo solitariamente donde es fácil sacarle su liderazgo. Pero conmigo eres fuerte. Así que respétame tú a mi.
—¿Tienes la osadía de querer amenazarme, Amber?
—Estoy cansada que el mundo me llame Amber, por si no lo sabías soy Alyssa. Alyssa Recce.
—No soy yo quien está perdiendo la memoria, sé perfectamente quien finges ser.
—No te atrevas a meter mis problemas en esta conversación.
—¿Por qué? ¿Tienes miedo a que Bast escuche que estás perdiendo la memoria? ¿No le has contado? Empezaste olvidando ciudades, recuerdos de tu niñez, ahora olvidas nombres y fechas. Vamos Amber, sabes que tienes los días contados.
—Si tu misión fue ser un asco de padre lo has logrado, felicidades.
—Bien. ¿Quieres que haga esto por las malas? Lo haré.
Y entonces cuelga.
Me quedo mirando el teléfono con ira en los ojos. Presiono mis labios con fuerza y luego miro la única persona que estaba allí, el guardia de la puerta.
—¿Puedes creerlo? ¡Me cortó!
El señor me mira con una mueca pero no responde.
Pongo los ojos en blanco y vuelvo a entrar, cuando lo hago vuelvo a el camino hacia la barra. Me apoyo en ella, de mal humor y rencorosa y miro en dirección a Bast, para chequear que no haya matado a nadie.
Sin embargo no está ahí.
Miro mi alrededor, confusa y me desespero cuando no lo encuentro en ningún lado. Comienzo a caminar, empujando a las personas bailando mientras lo sigo buscando, pero no parece haber rastro de su presencia.
—¿¡Bast!?—Grito.—¡Bast!
No logro encontrarlo y una oleada de desesperación me ciega totalmente, comienzo a empujar a todos pero esta vez de una forma más brusca y desesperada.
Cuando alguien me sujeta del brazo, me giro rápidamente. Me quedo congelada viendo como Bast con el rostro completamente preocupado y las comisuras de sus labios rojas me cogía del brazo deteniéndome. Lo quedo mirando con los labios apretados unos segundos.
Hasta que reacciono y lo abofeteo.
Pobre.
—¿¡Dónde estabas!?—Le exclamo, cabreada. —¡Creí que te pasó algo! ¡Que imprudente! ¡Que idiota!
—¡Estaba alimentándome!
Golpeó su pecho, y él me sigue mirando como si fuese estúpida.
—¿Tanto te has preocupado?
—Creí que mi padre te había… Olvídalo. Estas aquí. Si vuelves a dejarme sola, te juro, que te dispararé. Y en un lugar feo… El ojo o el oído.
Él comienza a reírse y yo lo miro unos segundos. ¿Por qué tiene tan linda sonrisa?
—Te estaba vigilando a distancia, paranoica.
—¿Qué tal te ha ido?
—El primero salió bien. El segundo lo desmayé pero bueno, tampoco podía hacer mucho estaba demasiado drogado.
—¡Bien! —Me alegre visiblemente. —Estoy orgullosa de que dejes de ser un vampiro miserable, que bueno.
—Por un segundo creí que ibas a felicitarme bien. ¿No puedes hablarme sin insultarme?
—Ser miserable no es un insulto. —Aclararé muy digna. —Ser miserable y encima ser tú, ahí sí es un insulto.
—Te dejaré sola. —Advierte.
—Nunca me dejarías sola.
Él me fulmina con la mirada y yo sonrío triunfal.
—Seguiré alimentándome. Ven.
—Prefiero volver a la barra, no sea cosa que no te controles y…
—Tranquila. Es más fácil de lo que crees. Mira, si muerdes justo una vena en específico puede ser mucho más fácil detenerse. A lo vampiros le cuesta pero el realidad se me hace fácil encontrarla porque soy medico. ¿No es genial?
—Ah. Solo debes… Encontrar la vena.
—Sí, ven te mostraré.
Me coge de la muñeca para luego comenzar a caminar entre la gente, al llegar a Jasper me suelta.
—Salió corriendo cuando te escuchó llamarlo. —Jasper me da una sonrisa torcida. —Tu novio es tu nuevo guardaespaldas ¿Eh?
Miré a Bast con una sonrisa burlesca y él puso su mejor cara de incomodidad al límite.
—Hola. —Una pelirroja se acerca, muy interesada en Bast. —¿Puedo pedirte tu número?
Fue una cadena. Bast me miró a mí, yo miré a Jasper y Jasper miró a la pelirroja.
— Tengo novia. Lo siento.
Le puso su típica cara indiferente y por un segundo me había olvidado lo indiferente expresivamente que podía llegar a ser. En el fondo me había acostumbrado a esas sonrisitas superficiales y miradas divertidas y burlescas. Pero ahora sólo miraba a la pelirroja con aburrimiento.
—Puedo alimentarte. —Dice la chica, se quita el pañuelo de su cuello y notamos como estaba todo colorado como si hubiese recibido muchas mordeduras.
Bast si acepta, de hecho se le acerca peligrosamente. Jasper camina colocándose a mi lado, preparado para intervenir si él no puede detenerse.
Veo como Bast le clava sus colmillos y hago una mueca, hasta me ha dolido a mi. La chica no se queja, de hecho gime encantada. Bast coloca una mano en su nuca acercandola más a él e intensificando la mordedura.
—Es bueno que lo apoyes en estos momentos. —Jasper me susurra. —Todos los vampiros necesitan apoyo cuando recién comienzan.
—¿Bast es peligroso? —Le susurré.
—No mientras que siga teniendo esa fuerza de voluntad.
Bast pasa un brazo por su cintura, cortando los escasos centímetros de distancia.
—Bast ya es suficiente. —Jasper habla. —Concéntrate. Recuerda el patrón del que te hablé. Enfócate.
Bast poco a poco baja su intensidad, y noto como parece alejarse de ella. Guarda distancia. Veo como la vena de su cuello se marca y presiona los labios con fuerza, cierra sus ojos por un microsegundo y luego los vuelve a abrir. Parpadeando.
No sé si felicitarlo o no. De lecho ni si quiera debería hablar. Parece que lucha con todas sus fuerzas para resistir y no abalanzarse sobre ella.
Jasper lentamente coge a la chica del hombro y le hace una seña, ella obedece retirándose. Mientras que yo me concentro en Bast.
Tiene los músculos tensos y la mirada perdida en el suelo, respira con dificultad le tiembla la mandíbula.
Coloco una mano en su brazo, casi acariciándole la muñeca. Él corta su mirada fija en mi.
—¡Yeiii!, eres un vampiro productivo.
Él me sonríe.
Llevo una mano a las comisuras de sus carnosos labios y le limpio las sobras de sangre que quedaron con el pulgar, él mantiene la mirada fija en mi mientras hago aquello y yo me concentro en únicamente mirar sus labios. Cuando termino de limpiarle, alzo la cabeza y lo miro. Nuestra diferencia de estatura fue notoria pero agradable, de lo contrario estaríamos tan cerca de besarnos pero solo lo alcanzo hasta la mandíbula.
—Felicidades, Bast.
Él me queda mirando y noto como frunce lentamente las cejas. Yo también e notado ese cambio de voz en mi por lo cual me apresuro a aclarar mi garganta y alejarme de él.
—Bueno… ¿Quieres alimentarte más? —Pregunté, comenzando a ver mi alrededor.
—No. Quiero ir a casa.
—Chico, eres un milagro. Nunca vi tanta fuerza de voluntad para detenerse. —Jasper le palmea el hombro, alegre.—Somos un clan pequeño pero puedes unirte cuando quieras, siempre estamos en éste bar. —Gira su cabeza y me sonríe. —Guapa, advertiré a los demás que eres humana intocable, pero por las dudas no vengas sola a éste bar.
—Vendré con Bast. —Le aseguro, amigable.
Jasper asiente con la cabeza y se gira para desaparecerse.
No puedo mirar a Bast, estoy muy avergonzada por nuestro acercamiento. ¿En qué estaba pensando? ¡No debí limpiarle esa sangre! Que idiota.
—¿Vamos o quieres un trago?
—Vamos. —Respondí.
Comencé a caminar tan rápido que el pobre tuvo que apresurarse para no perderme de vista. Al salir, mi teléfono vibra pero no lo entiendo. Seguro es mi padre. Caminamos hacia el auto, me siento en el asiento de copiloto y Bast prende el coche comenzando a conducir en silencio.
—¿Tienes una recaída?
—¿Eh? —Lo miro.
—Estas temblando y tu pulso es elevado. ¿Tienes abstinencia?
—¿Por qué tendría abstinencia?
—Te has inyectado heroína hace una semana, Amber.
—Ah, sí. —Niego con la cabeza. —Estoy bien, solo que hace frío.
Él se detiene en un semáforo y aprovecha aquello para sacarse su chaqueta de abrigo, me la extiende y yo la cojo dubitativa.
—Nunca me prestas tu abrigo.
—Si lo repites me arrepiento y te lo quito.
Le pongo mala cara pero me lo coloco.
—Jasper dijo que tienes una fuerza de voluntad para resistirte a la sangre envidiable, ¿Qué es lo que piensas para no… recaer?
—En mi familia. —Responde casi al instante. —Mientras más rápido sepa controlarme más tiempo podré pasar con ellos. Mi trabajo. Mi vida de humano.
—Pero no serás nunca humano.
—Pero puedo hacer que los demás crean que soy humano. —Responde. Comenzando a conducir, noté que conducía lento. —¿Y tú? ¿De donde consigues tu fuerza de voluntad?
—No la consigo por eso siempre tengo una mierda preparada en mis bolsillos.
—Has un patrón. Recuerda cosas bonitas.
—Bast, yo no tengo una familia, solo tengo a Hannah, Jane y Haziel y ni siquiera saben mi nombre.
—Me tienes a mi. Yo sé tu nombre.
—Vale, si tengo alguna droga en las manos pensaré en ti.
Él no contesta pero puedo ver perfectamente como tiene una sonrisa entre sus labios.
Al llegar a la residencia hice un ademán para despedirme, pero para mi sorpresa él apaga el motor y también se baja del coche.
Comenzamos a caminar hacia la entrada.
—Ha sido una noche interesante.
—Lo fue.
Al llegar a la puerta de mi habitación, me giro para despedirlo. Él tenía ambas manos metidas sobre sus bolsillos delanteros. Hago un ademán para quitarme su abrigo pero me detiene.
—Quédatela.—Interrumpe.—Que quede de recuerdo. Tú… Tú cuando me perdiste de vista dijiste sobre que tenías miedo que tu padre me haya hecho algo. ¿Por qué tienes ese miedo?
—Fue lo primero que se me ocurrió.
—¿Si sabes que sé cuando mientes, no?
Resoplo.
—No deberías saber cuando miento.
—Creí que era algo de ser un vampiro pero luego me di cuenta que hasta Jasper cayó en tus mentiras me di cuenta que es cosa nuestra.
—¿”Cosa nuestra”?
—Mientes muy bien, Amber. Pero sé cuando mientes. Es algo… Nuestro.
—Debería estar enojada porque me acorralaste contra un auto y me quitaste mi Xanax. Pudiste al menos venderlo, es carísimo, y lo has tirado.
—Deberías dejar esa mierda.
—¿Desintoxicarme? Estoy limpia.
—Amber, sé reconocer a alguien que empieza a volver a viejos ámbitos.
—No sé de qué hablas.
—Tenía una amiga que se drogaba. Te he contado. ¿Lo recuerdas?
—Sí.
—Murió de sobredosis antes que me convirtiera en vampiro. Se estaba desintoxicando pero volvió a caer.
Me quedé unos segundos mirándolo incrédula. ¿A… Muerto? No suelo pensar en sobredosis porque no creí que fuese a llegar a ello. Bueno antes estaba peor a todo esto. Estaba más… Consumida. ¿Podría volver a estar igual de antes?
—Yo… —Busco palabras pero no las encuentro.
—Sé que es difícil. Pero puedes hacerlo.
—Mi desintoxicación dura demasiado, no puedo desaparecer por tanto tiempo sin que alguien sospeche.
—¿Cómo lo has hecho antes?
—No tenía a nadie que me controlara y tampoco conocía esta cuidad así que alquilé un departamento, compre comida y cerré todas las puertas con seguro. Estuve encerrada sin salir hasta que logré superarlo. Pero ahora si hago eso Hannah me buscaría.
—Podemos planear algo.
—No sé si quiero hacerlo, Bast. Yo… Sufro de ataques de pánico y drogada es más sencillo evitarlos.
—Puedes morir.
—No lo haré. Mi padre me necesita viva.
—Tu padre necesita que lo necesites. —Blanquea sus ojos.
Cierro los ojos unos segundos y cuando los vuelvo a abrir miro hacia otro lado. ¿Por qué no pude tener una familia normal? ¿Por qué no pude tener una adolescencia común? ¿Por qué todo es tan complicado?
—Dame tus drogas. Todas las que tengas. Podremos hacer esto juntos.
—¿Juntos? —Pregunto, suena extraño.
—Si puedes soportar tener un vampiro a tu lado, puedes soportar dejar las drogas, Amber.
Asiento lentamente con la cabeza.
—Mi padre no estará de acuerdo con esto.
—¿Eres menor de edad y necesitas su autorización? —Preguntó burlesco.
—Lo pensaré, pesado.
—Bueno, pesada.
Le pongo mala cara y me giro para abrir la puerta. Cuando lo hago me introduzco y lo miro.
—Buenas noches, vampiro-no-inútil.
—Buenas noches, drogadicta-paranoica.
—¿No había otra forma de decirme? —Le pongo mala cara, fingiendo indignación.
—Vale. Buenas noches, Amber.
Él me sonríe y camina hacia la salida de la resistencia. Sin embargo, cuando iba a cerrar él se detiene y se gira.
—¿Amber?
—¿Sí?
—Siempre te ves guapa, pero hoy te luciste.
—No te enamores por favor, sé que es inevitable pero haz el intento.
Él se comienza a reír.
—Maldita engreída.
Me río y niego con la cabeza para luego cerrar la puerta y acostarme.
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Bast
AdventureBast era muy distinto a los demás. Y no lo decía en el sentido figurado, de hecho, a parte de tener un físico envidiable, personalidad llamativa, una inteligencia inigualable y una increíble capacidad de dejarme sin paciencia en menos de tres oraci...