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CAPÍTULO 37
DROGAS Y MÁS DROGAS.
¿QUÉ ES REAL O NO?

Maraton 2-2

Me miro al espejo sin mucho interés.

El vestido negro es largo, tanto que se llega a arrastrar un poco, tiene un profundo escote en V, un fino cinturón gris en la cintura acompañado con un corte en el vestido desde el muslo que deja mi pierna derecha exhibida justo donde tengo el cinturón rodeándola y el arma cayendo visiblemente.

Antes solía amar vestirme sensual, llenarme de joyas y maquillarme, llevar el mentón en alto y decir que era la jodida reina. Pero ahora, lo único que quiero hacer es irme de este lugar.

Interpreto tantas personalidades y ahora no sé cuál es la mía.

Salgo de la habitación, la música se escucha desde el segundo piso. Tres de mis escoltas me siguen, no para protegerme sino para asegurarse que no escape.

Me acerco a las barandas del centro, donde puedes ver el primer piso. Todos los invitados hablan y bailan, todos tienen máscaras, accediendo a la temática que ha puesto mi padre.

—¿Lista?—Lizandro llega a mi, también tiene máscara. —Todo está saliendo bien, llegaron todos nuestros invitados y tu padre está guardando tu presencia, serás el haz bajo la manga perfecto. Apuesto que cuando te vean todos aquellos que quieron dejarnos van a arrepentirse.

—¿Cómo está los O'Kelly?

—Amber, céntrate en lo que te hablo.

—Y tú recuerda con quien hablas.

Me queda mirando unos segundos.

—Antes no tenías ese tono de voz tan apagado, si quieres dar una imagen autoritaria entonces vuelve a encontrar tu brillo, ahora luces como una mujer apagada. Y en el negocio machista que estamos necesitas mostrarte como una puta ama.

—¿Cuál es tu cosejo?

—Soy un peón. Soy alguien a cual su padre entregó como paga. No valgo nada. Así que déjame de tratar bien.

—¿Tu consejo es que te trate mal? Vaya, me lo hubieses dicho antes y lo hacia de un principio.

—Solo digo que siendo amable no encontrarás que te tengan miedo. Aquí el respeto no importa, lo que importa es que te tengan miedo. Alyssa y Olivia eran amables, tú, Amber, no lo eres.

—No... No lo soy.

Inhalo profundamente y alzó el mentón.

¿Realmente estaba creyendo esto? Por supuesto que no lo soy. Soy la primogénita Neferet, la heredera.

—Bajaré y me presentaré.

—Aún no es hora. Tu padre ha dicho que cuando...

—Y yo digo que ahora. —Lo interrumpo.

Él sonríe y yo pongo los ojos en blanco.

Camino hacia las escaleras y exhalo todo el aire de mis pulmones para levantar el mentón y bajarlas.

Todos giran a verme casi al mismo tiempo. A pesar de que mis tacones son demasiados altos y con tacón de aguja no miré donde pise, tenía en mentón bien en alto.

Mi padre estaba al finalizar la escalera, no se sorprendió al verme, de hecho embosco una sonrisita de orgullo puro. De esas que solía darme cuenta tenía dieciséis y era mi ejemplo a seguir.

Mi padre me ha dicho que sea llamativa pero peligrosa, que llame la atención pero que al abrir la boca todos digan "no me voy a meter con esta puta loca."

BastDonde viven las historias. Descúbrelo ahora