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CAPÍTULO 29
FRANCIA.

DOS MESES DESPUÉS.

—¡Bon appétit!

Le sonrío a boca cerrada al mesero y él se retira.

—Eres una hermosa mujer, Olivia.

Había conocido a Noah dado que era mi vecino en el edificio. Y se había enamorado totalmente de mi nueva apariencia, definitivamente era la persona más intensa e insoportable que había conocido en mi vida.

Pero lo necesitaba para camuflarme mejor así que fingía soportarlo.

—Me gustaría que tengas en cuenta la propuesta. —Estira su mano, colocándola sobre la mía en la mesa.

—Nos conocimos hace dos meses, Noah. No podemos ser pareja tan pronto.

—¡Pero siento que te conozco de toda la vida! —Exclama, con su notorio acento frances.

Sonrío y quito mi mano para pinchar la pasta y llevarla a mi boca.

—¿Cómo está tu familia, querida? —Al ver que no colaboro con su propuesta de noviazgo cambia el tema de conversación.

—Genial. Estan en la hotelería de Nueva Zelanda.

Sí, Olivia tiene padres dueños de hoteles. Eso explicaría su ausencia y claro, su dinero.

—Que bueno, querida. ¿Los echas de menos?

Claro que no.

—Por supuesto. Son mis ángeles guardianes.

—Siempre tan romántica mi querida. —Pestañea lentamente, maravillado.

Suspiré con una sonrisa y baje mi cabeza. Visto como una empresaria pija, odio este tipo de ropa que aunque no me queda nada mal pero es incomoda. Extraño mis sudaderas y bucaneras.

Extrañas a Bast.

—¿Te podría invitar a algún lugar, querida? Habrá un parque de diversiones esta noche, podríamos ir cuando desees.

—Me encantaría, Noah.

Él me sonríe a boca cerrada y se centra en su comida.

—Mi madre te ha invitado a cenar, dice que quiere conocerte.

—¿Le has hablado de mi a tu madre?

—Por supuesto. Eres la mujer que está en mi corazón, querida.

Casi pongo los ojos en blanco, por enésima vez.

Definitivamente era un encanto, solía tratarme como si fuese la única mujer en sus ojos pero no estaba de ánimos para algo, extrañaba mi antigua vida y aunque habían pasado dos meses no había ninguna duda que nadie podía ocupar el lugar que Bast había hecho en tan poco tiempo.

—Debo ir al lavado.

Me pongo de pie dejando la servilleta aún lado. Camino hacia el lavado para arreglar mi maquillaje. Al entrar veo que hay dos mujeres dentro, una de ellas entró al cubito mientras que la otra se arreglaba su maquillaje.

Abro mi bolso a su lado, sacó mi maquillaje y perfecciono mi labial.

—Disculpa... Te me haces conocida.

Me giré a ver a la chica. No la conocía, era morena y con el cabello negro. Bastante alta y con una figura llamativamente atractiva.

—¿Sí? —Intento sonar amable. —Que raro.

—Sí... —Parece pensarlo, su acento es italiano.

Vuelvo a centrarme adelante. Solía salir mucho con Noah y Noah tiene demasiados amigos así que no me preocupa mucho. Seguro me ha conocido gracias a él.

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