CAPÍTULO 2
SEÑOR SIMPATÍA
PARTE DOS.
Repliquee mi lápiz contra mi cuaderno mientras escuchaba al profesor hablar, no podía tomar apuntes y eso era extraño ¡Amaba hacerlos! Sin embargo, tenía la cabeza en la luna.
Miré el techo del lugar y luego inhale una gran bocanada de aire, estoy exhausta no pude dormir en toda la noche. Aún más cuando llegó Hannah y me hizo un cuestionario de al menos mil preguntas. Realmente la amaba, pero a veces, odiaba tener que mentirle en mis contestaciones pero estaba bien. Obviamente estaba bien, era por mi propio bien y sé que en el fondo, también le favorecían mis mentiras.
O eso me quería hacer convencer.
La clase continua y sigo en media luna con mis pensamientos, sé que luego me arrepentiré al no entender algún concepto o estar frente a un examen pero eso no parece importarle a mi cerebro. Miro mi reloj y noto que ya casi termina la clase, miro mi hoja en blanco y hago una mueca. A la noche tendré que buscar la forma de saber los conceptos.
La profesora sale del aula, despidiéndose de todos nosotros. Me pongo de pie y cojo todos mis libros guardándolos en mi bolso, me cuelgo el bolso en el hombro y camino hacia la salida. Lo único de lo que me ha servido venir hoy es solo para dar asistencia. Al salir del edificio noto un pequeño grupo de al menos tres o cuatro mujeres rodeando un auto.
Frunzo mi ceño y detengo un poco mi paso, caminando lentamente para saber que era lo que sucedía. Pero me arrepiento al instante de hacerlo. Era Sebastian, hablaba coquetedoramente con las cuatro al mismo tiempo. ¿Qué hace en mi universidad?
Casi siento la necesidad de espantarlo pero prefiero ignorarlo. Comencé a caminar, aun rencorosa por lo sucedido anoche. Me acerco a mi auto y me subo, colocando las llaves. Al instante el olor a lavanda me envuelve y agradezco mentalmente el haber puesto era piedra olorosa.
Conduzco hacia la residencia, donde tardo mas tiempo buscando estacionamiento que conduciendo. Al entrar a la habitación, veo la figura al cual creo que es de Hannah. Me quito mi abrigo y lo dejo colgando en el perchero, caminó hacia mi cama pero veo que la figura de Hannah no tiene cabello rubio y eso me hace detenerme. Me giro mirando la cama y me doy cuenta que no es mas que su hermano acostado en su cama.
-¡Hey! -Grito horrorizada.
-Buenos tardes para ti también. -Me guiña el ojo. Deja de estar acostado para ahora sentarse en la cama, apoyando sus pies sobre la alfombra. -Te tenia que pasar a recoger pero cuando me he acordado que existías ya te habías ido. Por cierto, iré seguido a tu universidad, habia olvidado la belleza que hay en Florida.
-¿Qué haces aquí?
-Hannah me pidió que te avisara que se quedará en casa porque mi madre se siente mal y llegará un repartidor de no sé qué que compro por Internet, ya está pago solo debes recibirlo. Se le ha roto el teléfono y no podía avisarte y al parecer, volví de Italia únicamente para ser paloma mensajera. Fue mi sueño desde chiquito. -Ironiza.
-¿Cómo has entrado sin llave?
-Hannah me dio la suya. De igual forma me hice una copia antes, por si las dudas.-Apunta mi guitarra con su indice. -¿Tocas?
Me quedo sorprendida mirándolo. ¿Cómo puede ser tan directo? Minimamente hubiera ocultado el gran detalle de que ha hecho una copia de nuestra llave. Tendré que hablarle con Hannah luego, la amo pero no dejaré que su hermano tenga el permiso de entrar a mi vivienda cuando se la plazca. Llamaré a un cerrajero.
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Bast
ПриключенияBast era muy distinto a los demás. Y no lo decía en el sentido figurado, de hecho, a parte de tener un físico envidiable, personalidad llamativa, una inteligencia inigualable y una increíble capacidad de dejarme sin paciencia en menos de tres oraci...