CAPITULO 31
ASCENSOR
—Creo que tienes muchas cosas que explicarme, querida.
Me quedo mirando el umbral. Chillo irritada y voy rápido detrás de él. Estaba por entrar al ascensor, toca el botón para que no pueda alcanzarlo pero aún así, cojo a Cooper y lo saco bruscamente del ascensor cambiando mi lugar con él.
Cooper pone mala cara cuando las puertas se le cierran en la cara. Giro bruscamente a ver a Bast.
—¿Quién te crees que eres para llegar a mi puta casa a gritar mi nombre, idiota?
—¿Quién te crees que eres tú para manipularnos a tu antojo?
Irritada presiono el botón de emergencia del ascensor.
—¿Qué haces?
—¡Estas muy equivocado si crees que dejaré que te vayas así!
—¿Así cómo? ¿¡Diciéndote la puta verdad!?
—¡Si fingí mi muerte es para mejor, ustedes estarán bien y yo estaré bien! Da igual. Mierda. Da igual que esté o no.
—¿Eso crees? —Se ríe, incrédulo. —¿¡Crees que me da igual tu maldita presencia!? Vivía pensando en cómo mejorar porque vos me diste motivos para hacerlo. ¿Y a ti te da igual lo que pasamos juntos?
—Sebastián...
—¡No! ¡Joder, no! No soy Sebastián, soy Bast. Soy el Bast que siempre te hacia exasperar y poner los ojos en blanco. El mismo que folló contigo toda la noche antes de que huyeras como una cobarde. ¡Soy yo! ¿Y sabes qué? Me das pena. Me das pena porque a pesar de que soy yo el que no carece de entendimiento por sus sentimientos eres tú la que parece ni siquiera no tenerlos.
—¿Crees que no me dolió irme? ¿Crees que simplemente me fui? Me dolió dejarte. Me dolió abandonar a Hannah, Haziel, Finn y Jane. Me dolió dejar...
—Te dolió dejar de manipularnos.
—Sebastián no te manipule en ningún momento. Sí, mentí, pero eso era algo que tú sabías descifrar.
—Que ironía. La única vez que no supe descifrarte me condenó. —Mira el techo, riéndose. —Que hija de puta.
—Bien. Si crees que todo lo que atravesamos es una mentira, adelante. Piénsalo. Pero no te manipule. Sí te quise, te quise demasiado. Y me dolió dejarte pero tenía que hacerlo.
Acerca su rostro al mío para decir lento y claro:
—Egoísta.
—¡Deja de llamarme así!
—¡Te llamaré así las veces que quiera...! ¡No, ¿Sabes qué? Se acabó. Me iré a la mierda y tú puedes hacer lo mismo. No quiero verte la puta cara nunca más y ni se te ocurra acercarte a mi familia porque te juro que llamaré a tu padre y lo ayudaré a encontrarte aunque te escondas bajo tierra.
—¿Pará qué has venido a buscarme si me vas a tratar así?
—¿Sabes por qué te afecta que te trate así? Porque te trataba tan bien que ni siquiera era propio de mi. Pero ahora te trataré como trato a los demás, o peor. ¡Ni siquiera sé porque te trataba con prioridad!
—Bien. Vete. Vete a la mierda y nunca vuelvas. ¡Nunca!
—¡Nunca lo haré!
Toca el botón para que comience a andar, no obstante, el ascensor solo imite un sonido extraño pero no se mueve.
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Bast
AdventureBast era muy distinto a los demás. Y no lo decía en el sentido figurado, de hecho, a parte de tener un físico envidiable, personalidad llamativa, una inteligencia inigualable y una increíble capacidad de dejarme sin paciencia en menos de tres oraci...