CAPÍTULO FINAL.
NARRADOR TERCERA PERSONA.
[NOTA AUTOR:
PRESTEN ATENCIÓN A LOS DETALLES]Elena Poe dijo una vez "No está muerto, solo está infinitamente roto" y aquello quizá podía compararse perfectamente en el chico de cabello negro, ojos celestes y estructura firme de mandíbula que estaba parado con las manos en los bolsillos.
Se sentía muerto por dentro, quizá por el hecho de ser un vampiro, porque rozaba lo psicópata o porque a veces se quedaba mirando las paredes sin saber muy bien porqué estaba tan... Vacío por dentro.
Escuchaba canciones en la radio y las apagaba, odiaba ver la televisión prendida, odiaba la alegría de las personas a su alrededor, odiaba escuchar a los lamentos de sus pacientes y mucho más odiaba tener que someterse a una rutina.
Sobre todo odiaba a los universitarios, muy felices. Odiaba a las mujeres, muy alteradas. Odiaba el compromiso, ¿para qué aferrarse a alguien? Odiaba la dependencia, lo sentía tan ajeno a él. Odiaba su trabajo, tener que fingir empatia. Odiaba las mentiras y las manipulaciones.
Pero no pudo odiar a la chica que llevaba todas las cosas que odiaba en su personalidad.
Si tan solo pudiese odiarla todo sería más fácil.
Pero no, justo se iba a enamorar de la chica más imperfecta y enfermiza de todo América.
¡Bravo, Sebastián!
Todos estaban dispersos por Florida, cubriendo el mayor número de hectáreas posible.
Habían dejado ir a Lizandro ya que sus preocupaciones eran las mismas, él iría a las mansiones para saber si Amber estaría ahí y aunque odiase la idea debía avisarle a todos si la encontraba.
Pero no estaba ahí.
Jasper había ido a las bodegas que Lizandro indicó donde Amber sabía que había droga, busco y busco pero no la encontró en ningún lado.
Ella no estaba ahí.
Cooper fue a todos los callejones oscuros donde sabía que habrían vampiros alimentándose de algunos humanos que pasarían por las zonas. Quizá el olor a sangre la había atraído a esos lugares.
Tampoco estuvo ahí.
Celeste a los bares pero, tampoco estaba ahí.
Damon fue a la residencia y antiguo lugar donde comían hamburguesas cuando salían de la universidad.
Pero, ella no estaba ahí.
Bast tenía ansiedad y un poco de hambre, caminaba por las calles donde recordaba alguna vez caminar junto a ella. Buscaba su olor, era el único que lo tenía siempre en mente, podía mantener su olor en la cabeza toda una eternidad. Uva.
Pero, por más que caminase y caminase, no lograba oler nada.
Frustrado miró el cielo estrellado y puso los labios en una fina línea mientras mantenia la mirada allí.
Hubiese deseado culpar a Dios, el Karma, Buda, a quien fuese. Pero no creía en nada de esas cosas, así que, comenzó a culparse él mismo.
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Bast
AdventureBast era muy distinto a los demás. Y no lo decía en el sentido figurado, de hecho, a parte de tener un físico envidiable, personalidad llamativa, una inteligencia inigualable y una increíble capacidad de dejarme sin paciencia en menos de tres oraci...