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CAPÍTULO 43
TINA



Estaba loca.

Y joder, me encantaba.

-Oh Dios mio, cariño, ¿No lo ves? Tengo todo lo que necesitas, solo un genio podría amar a una mujer como ella. -Canté.

Me acomodé mis anillos frente al espejo del vestidor, espejo que es tan alto que toca la pared y el piso, y tan ancho que llega a tocar cada esquina de la pared. El oro blanco en mis anillos brilló cuando me colgué mis colgantes y luego miré mi vestido final.

Mi vestido consistía en un corsel de piedreria con una falda larga de seda azul marino. Tacones altos del mismo color y un maquillaje que rozaba lo sutil, como siempre, el vestido tenía un corte en mi piedra derecha donde al caminar se podía ver el pequeño cinturón que sostenía mi arma.

Escucho pequeños golpes en la puerta abierta, miro por el espejo sin girarme a mi padre apoyado en el umbral.

-Padre. -Saludé.

Sí, hace unas horas había tenido un brote queriéndolo destruir todo, pero ahora, increíblemente, ya lo trataba como si nada.

-Hija. -Devuelve el saludo con un asentimiento con la cabeza. -Te tengo un obsequio.

-¿Un obsequio? -Me giré.

El saca un pequeño sobre de madera de su bolsillo y me lo extiende. Al cogerlo lo abro con desinterés hasta leer lo que era.

Clases de piano, guitarra, ukelele, saxofón, violín y bajo.

Con clases de canto incluidas.

-Gracias padre, me preguntó porqué no he asistido a estos cursos. ¿Será porque no tenía dinero? Ah, no, me he robado todos tus millones. ¡Ah ya sé! -Rompo el papel y lo boto al suelo. Luego le doy una agria sonrisa. -No tenía la libertad.

Pone los ojos en blanco.

-¿Entonces que quieres que te regale?

-¿Por qué recibiría un regalo?

-Para demostrarte qué lo digo en serio, te quiero, hija.

Hago una mueca asqueada.

-Espero a mis invitados. -Vuelvo a girarme para quedar frente al espejo. -Compórtate, ¡Será una linda cena!

-Me informaron que enviaste a secuestrar a tus amiguitos.

-Secuestrar es una mala definición. Más bien me niego a un "no". Estas invitado, claro.

Él entrecierra sus ojos en mi dirección sin saber muy bien que me sucede.

-Tus invitados ya llegaron. -Dijo, lentamente. -¿Debo de advertirte que te comportes?

-¿Por qué, padre? -Camino hacia la puerta, antes de salir pongo una mano en su hombro y alzó el mentón. -¿Cuando no he hecho las cosas bien?

Salgo de la habitación acomodando mechones de mi cabello hacia adelante. Al bajar las escaleras me dirijo al gran salón donde le indique a Lizandro que prepare todo. Me tomó pequeños segundos notar que mi padre me seguía estando a mi lado.

Antes de entrar a la puerta, inhale profundamente y entré a la sala.

Lo primero que vi fue a Hannah mirar con terror a Lizandro y los gorilas en la sala, sentada en una de las grandes sillas en la mesa. A su lado estaba Finn que la sujetaba de la mano en un tonto intento de mantenerla tranquila y segura. Damon estaba del otro lado, mirando su alrededor con curiosidad y terror.

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