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—Vuelve a la cama... —Murmuró aferrándose a la almohada como un niño.

—Son las once Bast, he ido a entrenar y vuelto y aún no te levantas. —Peine mi cabello húmedo. —Vamos.

—Ven a follar. —Murmuró entre sueños.

Comencé a reírme acercándome a él, me puse de cuchillas para besar su mejilla.

—Te esperaré para desayunar.

Él balbuceo algo y yo salí de la habitación, al hacerlo saludo con la cabeza a todos a mi alrededor, que consistían en mis gorilas. Debería dejar de llamarlos así. Al llegar al salón me froto la nuca mientras camino hacia mi silla, al sentarme me comienzan a servir el té.

Damon y mi padre no se inmutan en mi presencia y siguen hablando:

—No me convence.

—¡Ah! —Damon despavorido comienza a abrir su cuaderno y sacar un manojo de hojas al lanzar. —Bueno, aquí tengo otros. Mire, son únicos.

—Poco seguros.

—Ni siquiera terminé la universidad. —Lo mira. —Esto es muchísimo como para mi, así que entienda que lo que usted ve como mierda para mi es valioso.

Mi padre hace un verdadero esfuerzo para coger una hoja y leerla. Al parecer Damon ya le había presentado los trabajos planeados.

—¿Cámara con seguridad vinculada a un reloj? —Murmura dubitativo. —En mi instalación hay al menos cuarenta y ocho cámaras de vigilancia, ¿Cómo podrían proyectarse en un reloj?

—Proyección. —Murmura, su mente maquinando a toda velocidad. —Se pueden proyectar y con un sensor de movimiento rotarorio y elegir la que quieres, así vas eligiendo en el momento que cámara ver.

Mi padre parece pensarlo.

No me gusta desayunar mucho cuando apenas hace minutos termine mi entrenamiento, pero haber tenido a Bast toda la noche sobre mi cuerpo me había dejado agotada y sin energías, así mientras mi padre y Damon discuten cojo una tostada y me inclino hacia adelante para aportar en la conversación.

—Me gusta, un reloj lo puede usar cualquiera y pasa por desapercibido pero en realidad tendríamos el control de toda la casa en poco tiempo, me agrada. —Mordí la tostada.

—Quizá estaría bien un método de seguridad por si nos roban o lo perdemos. —Mi padre parece ceder. — Amber tiene problemas con su memoria, lo perdería rápido y en manos de cualquiera sería peligroso.

—Podría ponerle un patrón de seguridad... —Mira las hojas, dubitativo. Eso era inesperado para sus planes al parecer. —Un detector de pupila, huella digital o de voz.

—Tengo más de cincuenta casas al rededor de América, y mis hombres están en los lugares más pequeños y desapercibidos, me gustaría que en casa casa haya un método de seguridad distinto para yo poder vigilarlos aún estando lejos.

—Deme veinticuatro horas y le haré ideas.

—¿En cuanto tiempo tendrás listo el reloj?

—Once meses. Diez, quizá.

—Tienes siete meses. —Mi padre resume.

—¿¡Siete meses!? —Chilla.

—Y cinco horas para darme las ideas.

Me río entre dientes interrumpiendo.

—Tienes doce meses, Damon. —Digo yo. —Pero que no haya errores ¿Eh? Y tomate todo el tiempo necesario para las ideas, no hay que apurar a la creatividad.

BastDonde viven las historias. Descúbrelo ahora