CAPÍTULO 13
MARATON 2-2
MALDITA AMBER
SEBASTIÁN POV
Que asco de suerte.
Miré mi teléfono con completa perplejidad. ¿De nuevo tendré que ir a buscarla? Podría hacerme el idiota y fingir que lo he olvidado, aunque Hannah me asesinaría y Jane y Haziel seguramente me griten un poco.
Mordí mi labio.
Igual se solucionan mis problemas. Ella muere y yo tendría que dejar de fingir ser su novio.
Aunque pasaría a ser viudo.
Entre cierro mis ojos.
Okey, sí, debo ir a buscarla.
Cojo mi chaqueta y me la pongo. Me pongo de pie y salgo de la casa esquivando a Jane antes que empiece a atosigarme con sus cosas.
Salgo de la casa y me subo a mi auto. No me ha dado su dirección pero ese característico olor a lavanda es casi imposible de olvidar por lo cual será fácil encontrarla.
Comienzo a conducir, siguiendo ese olor pero me detengo cuando veo un camino de grava. Odio la grava. Frunzo mis cejas mirando como el camino es estrecho y casi imposible de pasar con el auto.
Además si paso seguro con mi suerte me lo roban.
Justo en los caminos más difíciles te vienes a meter, maldita.
Salgo del auto y le pongo alarma, guardo la llave en mi bolsillo mientras comienzo a caminar por el lugar. Al menos el olor se intencificó, ó sea, está cerca.
La llamaría pero ni siquiera sé dónde comenzar. ¿Alyssa? ¿Amber? ¿Recce o Neferet?
Giro por un callejón, es estrecho y poco luminoso. Pero mi vista cae en una persona que está sentada en uno de los muros.
Me acerco lentamente y por la cabellera castaña es fácil de reconocerla. Tiene los ojos abiertos y mira un punto fijo del muro frente a ella.
—Llegue. Vamos.
Ella no se mueve, de hecho parece que ni siquiera me llega a escuchar. Me siento de cuchilla y la examino. ¿Respirará? Entrecierro mis ojos y entonces noto la jeringa en su mano y el piquete en la parte delantera de su codo, en su vena.
Oh, Amber...
—Ven. —Presiono mis labios, tirando de su mano para que se ponga de pie. Ella se pone de pie pero aún parece dormida, anestesiada. Paso un brazo por su espalda y la guió aunque no parece reaccionar mucho. —¿Estás bien?
No contestó. Se giró un poco, perdida y miró donde antes estaba sentada como si quisiese volver a ése lugar. La cogi de los hombros y la llevé a arrastras hacia afuera del callejón.
Caminamos en silencio. Prácticamente tuve que arrastrarla conmigo para así evitar que se cayera la pobre. Al llegar al auto, la ayudo a sentarse y le coloco el cinturón de seguridad.
Rodeo el auto y me siento, la miro de reojo con el ceño fruncido y luego comienzo a conducir.
—Eh... ¿Amber? —Murmuré—¿Dónde te llevo?
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Bast
AdventureBast era muy distinto a los demás. Y no lo decía en el sentido figurado, de hecho, a parte de tener un físico envidiable, personalidad llamativa, una inteligencia inigualable y una increíble capacidad de dejarme sin paciencia en menos de tres oraci...