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CAPÍTULO 26

REGALO.

Mira como estas, hija mía.

Me muevo en mi lugar incomoda. Abro mis ojos y lo observo. Mi padre está parado en el umbral de mi habitación con ambas manos en sus bolsillos del pantalón mirandome como si se comiera al mundo de un bocado.

—No tienes idea del dolor que me has causado ¿Sabes? —Se ríe, apartando la mirada mientras camina hacia mí. —No solo me diste un puñal en la espalda. Sino que asesinaste a tu madre y luego huiste como una cobarde. Años. Años buscándote Amber. ¿Para qué? Para encontrarme una versión más débil de mi manipuladora hija.

—¿Donde está Bast?

Miró mi alrededor. Juro haber creído que había dormido conmigo.

—No se despidió cuando fue al trabajo, no se despedirá para abandonarte de nuevo. Te dejó sola. Sabiendo que yo vendría a buscarte.

—Pero...

—Deberías saber también cuando él miente. Que sólo él te decifre es desventajoso mi pequeña.

No...

—Mírate. Asustada, queriendo huir. Que finjas ser Olivia Zoellick no significa que puedas escapar de mi. Te encontraré, cueste lo que cueste.

Lo miró, confusa.

—No me tendrás. Nunca cederé.

Él abre su mano, la estaba haciendo un puño. Había pastillas allí. Me siento rápidamente en la cama, aterrada alejándome.

—No... No me puedes dar más drogas.

—Lo haré.

—¿¡Bast!? —Grito para que pueda encontrarme. —¡Bast!

Cierro mis ojos ante la idea. No vendrá. Me ha dejado. Cierro mis ojos con fuerza presionando mis labios mientras intento entenderlo. ¿Por qué?

Pertenezco unos segundos así, hasta que como si me invadiera un golpe de serenidad, abro los ojos y lo entiendo.

Él no me dejaría.

—¡Bast! —Grito.—¡Bast!

—¿Amber? —Escucho su voz.

Entonces abro los ojos.

Todo fue como un golpe de realidad.

No estaba mi padre.

No estaba en mi habitación.

Sino que estaba en la habitación de Bast.

Y él, algo soñoliento, me mira confuso.

—En la lista de todas las cosas raras que tienes, se añadió que grites mi nombre mientras duermes.

Le golpeo el hombro.

—¿Por qué no me recataste, idiota?

—¡Era un sueño!

—¡No me rescatabas!

—El sueño lo controlas tú.

—Pero si lo soñé es por algo. ¿Me traicionarás, verdad?

BastDonde viven las historias. Descúbrelo ahora