CAPÍTULO 21
LABIAL.
Damon y yo habíamos pasado el resto de la tarde juntos, faltando ambos a la universidad. Me gustaba consolarlo en estoy momentos duros que pasaba, sentía que de alguna u otra forma a mi también me hubiese gustado sentir éste tipo de consuelo cuando era niña.
Podía notar entre tanta felicidad, sarcasmo y humor a una personalita asustada y herida, que necesitaba esconderse de sea lo que sea que la asustaba. No supe muy bien porqué, pero a través de sus ojos se podía ver su dolor, su daño. La forma en la que buscaba todo el tiempo algo para la cual hablar y así olvidarse de lo que sucedía a su alrededor.
Puede que las personas como él y yo seamos totalmente opuestas. Él hablaba de todo, no tenía filtro y su sinceridad podía ser incluso letal. Mientras que yo, todo lo que decía era estrategico, nunca decía más de lo que debería. Guardaba secretos, mentiras, traiciones e identidades.
Todo en mi era una mentira.
Pero de una forma extraña, sabía que él entendía mi silencio y no cureoseaba mis secretos. Mientras que yo entendía su necesidad de hablar tanto y tampoco intentaba callarlo.
Bueno, al menos no ahora.
—Estas loca. —Sentencia Bast mirando como si me hubiese salido una tercer o cuarta cabeza.
—Es una buena idea. —Fruncí mis cejas.
—Mira... —Parece muy concentrado para decirlo. —No cuido borrachos.
Comencé a reírme mientras sacaba otro vestido de mi vestidor. ¿Por qué todos mis vestidos son iguales?
—No seas pesado Bast. —Hannah me apoya, mientras se mira en el espejo apoyándose por encima de su ropa su vestido. —El amigo de Amber necesita distraerse y nosotras pasar un buen rato en una discoteca. Además, no tienes que cuidarnos, puedes divertirte con nosotras.
Bast, quien estaba en la cama de Hannah tirado mirándonos con desapruebo, pone vara de pocos amigos.
Era de noche, en una hora vendría Damon a buscarnos para ir a la discoteca a divertirnos. Hannah había tenido la maravillosa idea de invitar a Bast, sin embargo estaba muy ocupada eligiendo el vestido así que lo había llamado yo.
Básicamente le dije. "No puedo hablar por teléfono, ven a la residencia" y el pobre tuvo que venir a escucharnos quejarnos por nuestros cuerpos, vestidos y dramas “femeninos”. No confiaba lo suficiente en hablar por teléfonos, no cuando mi padre o la policía estaba tan cerca de mí.
—Es que yo ya sé que las tendré que cuidar. —Murmura, frotando sus sienes.
—¿Qué opinas de este vestido? —Hannah ignora su drama al preguntarle.
Bast le pone mala cara.
—¿Qué más da el vestido?
—Bast es un asco halagando. —Comenté. —Pueden pasar años y el maldito no es capaz de halagar un atuendo mío.
—Una chica es guapa por su persona, su rostro, no por cómo se cubra su cuerpo. —Pone los ojos en blanco. —Si te veo envuelta en una bolsa de patatas o en un vestido de veinte millones de igual forma te sigo viendo igual.
—Bastian es tan romántico cuando se lo propone. —Hannah se acerca a la mesa de luz, cogiendo su neceser de maquillaje. —Casi creiría que tienes emociones, hermanito.
—¿Insinúas que no?
—Tienes falta de empatia. Tratas a todos como si fuesen la mierda, pero descuida, yo te entiendo y te apoyo. —Le guiña el ojo. —Intenta que Amber no vea ese lado malo tuyo, porque sé irá corriendo.
ESTÁS LEYENDO
Bast
AdventureBast era muy distinto a los demás. Y no lo decía en el sentido figurado, de hecho, a parte de tener un físico envidiable, personalidad llamativa, una inteligencia inigualable y una increíble capacidad de dejarme sin paciencia en menos de tres oraci...