32

233 33 18
                                    

CAPÍTULO 32
KARAOKE

O Noah era muy estúpido o muy inocente.

Pero no me preguntó absolutamente nada, de hecho solo me consoló hasta que me detuviera de llorar en absoluto silencio. Lo cual le agradecía.

Estaba muy segura que no iba a volver a verlo.

Yo no iba a volver a Florida y él no iba a volver a verme, lo habíamos dejado en claro.

Y eso me molestaba más de lo que debería.

-Estas preciosa, querida.

Noah en un intento de subirme el ánimo me invitó a un bar, al cual iba solo porque quería embriagarme y con suerte cruzarme a alguien que venda algo más subido del tono. Traficantes había en todos lados, solo era cuestión de saber identificarlos. Aunque me da a pesar dado que soy consiente que estoy drogandome más de lo que debería.

O bueno, ni si quiera debería.

-Voy a tener que viajar. -Comenté distraídamente, jugando con el borde de mi trago. -Extraño a mis hermanos así que me iré a verlos.

-Oh. ¿Por mucho tiempo?

-Quizá. No lo sé, Francia tiene un cierto imán que quiere que vuelva pero no lo sé.

-Podríamos ir... Juntos. ¿No crees?

-¿Juntos?

-Claro, me has dicho que siempre viajabas solo. Es un buen momento para... Viajar acompañado.

Ya quisieras.

-Lo tendré en cuenta.

Bebí otro trago y luego miré mi alrededor. Ese hombre se está frotando la nariz cada segundo y está parado sospechosamente en la puerta del lavado.

-Iré al lavado.

Me pongo de pie y camino hacia el hombre, al llegar, abro mi bolso y le entrego dinero sin decir absolutamente nada. Él me entrega un sobre, mirando su alrededor con paranoia.

-¿Esto? -Le pregunto en un susurro. -¿Es lo más fuerte que tienes?

No me contesta y yo suspiro rendida. Voy al lavado y me encierro en un cubito.

Saco de la pequeña bolsa una pequeña cantidad con la llave, tapó un agujero de mi nariz con mi dedo mientras que con el otro inhalo. Echo mi cabeza hacia atrás cerrando los ojos sintiendo como mi nariz arde.

Me quedo apoyada en la mesa con los ojos cerrados y sonrío tranquila. Es un alivio, toda la tensión que me trajo mi "muerte" y Sebastián se esfuma en el aire.

No sé en qué momento he salido del lavado, pero me sorprendo a mi misma dándome cuenta que ya estaba caminando hacia Noah. Me siento en el taburete y tomo un trago que ya me habían servido.

Escucho como Noah me habla pero soy ajena a escuchar algo más allá que mis confusos pensamientos. Soy vagamente consiente que sigo tomando pero no soy consiente del efecto que tendrá ambas mezclas.

-Yo... -Llevo ambas manos a mi cabeza, mis movimientos son lentos y dificultosos. -Necesito aire.

-Has tomado mucho, querida. Ven, vayamos afuera.

Me pongo de pie con dificultad. Me cuesta mantenerme parada, y siento como las paredes se hacen pequeña a mi alrededor.

Noah me coge del brazo suavemente queriendo guiarme. Lo hago, al salir siento el aire frío chocar contra mi rostro y eso me relaja.

BastDonde viven las historias. Descúbrelo ahora