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CAPÍTULO 18

EXTRAÑA CITA

Cuando bromee con Bast sobre el acantilado no quise insinuar que podríamos ir. De hecho había aclarado al menos cinco veces que iría donde sea pero definitivamente no iría a un acantilado.

Sin embargo cuando Bast condució por tres horas me alarme.

Y me puse peor cuando llegamos al destino tan misterioso de mi profano “Novio”

—¿Es una broma? —Inquirí, aterrada. —No me bajaré del auto.

—Cobarde.

Se quita el cinturón y sale del auto, camina por el campo unos metros hasta llegar al fin de este, donde se podía ver perfectamente el agua debajo de nosotros.

Un literalmente acantilado en Florida. Vaya.

—¿Lo ves? —Grita para que pueda escucharlo. —¡Nadie a muerto aquí!... O al menos en los últimos veinte años. —Murmura lo último.

—¡Escuché eso! —Le grité. —No bajaré. Tú quieres tirarme.

—Si hubiese querido matarte lo hubiese echo en la residencia, no me gastaría en conducir tres horas. ¡Venga!

Rodee mis ojos suspirando profundamente. Me parecía algo aterrador la idea de que estemos tan cerca de la orilla, sin embargo él parecía pasársela en grande.

Claro, el inmortal humillando a la mortal.

Baje del auto lentamente, como si el mínimo movimiento determinaría mi existencia. Al terminar de bajar siento la oleada de frío rodearme y mire mi alrededor.

Bueno, no era tan malo.

Me acerqué más a Bast, agradeciendo internamente el haber traído abrigo de sobra. Siempre estar alado de la playa causaba un frío agonizante en invierno.

No habia nada a nuestro alrededor, de hecho, sólo había campo y carretera, y por supuesto frente al acantilado estaba la playa y mar. Lo cual de cierta forma era agradable, no había nada que pudiese estresarnos aquí.

Bast camino hacia el auto, cogió las cosas que habíamos traído. Al cuales se basaban en alcohol, alcohol, cartas, alcohol, alcohol, mantas y más alcohol. Estiró la manta en el césped para luego sentarnos, al hacerlo se sentó libremente ocupando todo el espacio en la manta.

—Muévete. —Exigí.

Él se corrió un poco dejándome lugar.

—¿Donde conociste este lugar?

—Busque en Google los acantilados más peligrosos de Florida. —Dice muy tranquilo mientras me extiende una botella de cerveza.

Me río dándole un sorbo a la cerveza.

—No está mal.

—¿No está mal? ¡Es un diez de lugar!

—Es un acantilado. —Alcé una ceja.

BastDonde viven las historias. Descúbrelo ahora