Capítulo 31: "Sexualmente, a eso se le llama pago en especie."

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El cielo estrellado de agosto ilumina todo Lago Cristal, sus rayos nocturnos hacen que el pueblo luzca más acogedor, incluso en nuestro barrio que se encuentra a las afuera del pueblo

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El cielo estrellado de agosto ilumina todo Lago Cristal, sus rayos nocturnos hacen que el pueblo luzca más acogedor, incluso en nuestro barrio que se encuentra a las afuera del pueblo.

Recostada en mi silla habitual. Abro la botella de vino y sirvo un poco en la copa. El tiempo ha volado y ni cuenta me había dado de mi estadía de 8 meses acababa de comenzar.

Mi visión es bloqueada con unas pequeñas manos junto a una risita traviesa.

—¿Quién será? — murmuro haciéndome la despistada. A ciega bajo la copa y llevo mis manos hasta mis ojos.

—Adivina...— su voz ronca suena chistosa.

—¿Un duende?

—No.

—¿Un súper Héroe? — suelta una risilla oculta.

—No.

—No se...— llevo mis manos hasta la barbilla— Esta muy difícil.

—Qué mala eres jugando mujer bonita. Soy yo. Connor.

—¡Eres tú! — Exclamo con sorpresa. Mi vecino niega con la cabeza y me abraza. Le devuelvo el gesto junto a un beso en la mejilla.

El cabeza de limón toma asiento a mi derecha y le paso el jugo en caja que le encanta, volteo a mi izquierda y ahí lo veo.

A mi novio.

Hendrick me sonríe amorosamente, llega hasta a mí costando y me da un beso en la mejilla. Toma el asiento libre, al igual que a su hijo, le pasó su bebida habitual. De un modo u otro, cuando su primogénito  no se escabulle para donde los abuelos, me sienta con nosotros a ver las estrellas e imaginar un futuro, cabe resaltar que mis comentarios sobre nuestro amorío me los guardo.

En medio de un cómodo silencio, nos recostamos y comenzamos a contar las luces en el cielo, Connor ha apostado que son más de mil. No su padre ni yo le llevamos la contraria.

Y en cuanto a nuestra relación, ha marcho bien, nos vemos casi todos los días, compartimos cenas los fines de semanas, sean en compañía y o no. Pero, todavía no se lo contamos a nadie, a excepción de Sarah y Lucca, estamos esperando oportuno de decirlo, algo que me asusta por la reacción de sus padres y míos. Además, el pequeño es otro punto de importancia.

Fijo mi mirada en el cabeza de limón, esta con concentrado que no se da de cuenta del como su padre toma mi mano, se la lleva hasta los labios y me deja un pequeño beso.

Una ráfaga de corriente electrónica ataca mi sistema nervioso, haciendo que me erice sin pensarlo. Coquetamente me guiña un ojo y sorbe de su bebida.

Cosita, mañosa.

—101, 102,103... no, esa ya la conté. De nuevo, 1,2,3...— mi vecino pequeño alza más su cuello y refunfuña, baja la mirada haciendo un puchero. —Papi, ayúdame.

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