Si te ofrecieran irte por un año completo y dejar tu vida atrás ¿Lo aceptarías? La respuesta de Loto fue un rotundo: SÍ.
Luego de encargarse de la empresa de su padre a muy temprana edad y ser plantada en al altar, acepta la oferta de su progenitor...
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Un maullido gatuno es lo que escucho al otro lado del teléfono. Lo despego de mi odio, tratando de calmar el dolor que me provoco la chillona voz.
—No entendí— respondo luego de unos segundos—¿Qué?
—Estoy que me muero. Juro no volver a beber jamás.
—Já. Eso dicen los borrachos siempre. Por algo existen los AA.
—¿Los qué? —tuerzo mis ojos.
—Los Alcohólicos anónimos.
—Ja ja ja— bufa molesta— muy graciosa.
—Buena amiga, que es otra cosa.
Sarah se sigue quejando de la resaca que tiene. Después de que se calló en la entrada de la discoteca, vomitó mis zapatos y la camisa de Lucca.
Un desastre de vomito volador.
—No me grites.
—No lo hago.
—Sí lo haces, escucho muy alto tu tono de voz.
Dios mío.
—¿Así me escuchas? — susurro apenas audible para mí.
—¿¡QUÉ!? —retiro de nuevo el teléfono. — ¡LOTO! ¡LOTO! ¿Bebé?
—Mmm
—No me acuerdo como llegue a casa— se queja— Lucca tampoco.
Por supuesto que no, ambos andaban más borrachos que una reunión de alcohólicos en una licorería. Sin contar, que salieron corriendo a mitad de calle, mis pobres zapatos y yo, sufrimos las consecuencias.
Gracias a ello olvide el accidente con Hendrick. No volvió a llamar a su primo y eso fue algo que me alivio.
—Yo me encargué.
—Sabía que nuestro amor rompe barreras.
—Ajá, ni te imaginas.
—Amarga.
—Mmm— respondo y veo a Sophia entrar, me entrega una carpeta junto a unos papeles para firmarlos. Leo el contenido y veo la firma de papá. Firmo sin titubear.
