Si te ofrecieran irte por un año completo y dejar tu vida atrás ¿Lo aceptarías? La respuesta de Loto fue un rotundo: SÍ.
Luego de encargarse de la empresa de su padre a muy temprana edad y ser plantada en al altar, acepta la oferta de su progenitor...
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El sonido de las llantas rechinan contra el pavimento e indica que hemos llegado al lugar correcto.
Frente a mí se encuentra una casa de segundo piso, blanca en su exterior con un lindo pórtico espacioso, además, de un patio delantero y trasero rodeado de hierba verde lima.
Sonrió para mis adentros.
Me encanta la locación y la decoración.
Hemos llego.
Con cuidado bajo del auto y me tuerzo mi bolso a la espalda. Miro a mi costado, a la mujer de mediana edad sonriendo como un sol en las mañanas, incluso, su cabello brilla más que ese dorado. La veo tomar entre sus manos una maceta con un pequeño cactus. Tuerce su cabeza hacia mi dirección y pinta una sonrisa alentadora.
— ¿Lista?—pregunta expectante, asiento una vez más y a mi aprobación hace tu camino a la puerta delantera.
Cuento hasta tres y repito su acción.
Los personajes de Disney, iluminen mi camino.
Hemos llegado al nuevo hogar.
Mi nuevo hogar.
🌸
Trabajar con mamá es gratificante, a ella le encanta tataratear todas las canciones de escojo, omitiendo que me encanta Disney y se me casi todas las melodías de cada una de las películas, sin importar, lo que las demás personas digan de mí, puedo recitarte cada una de ellas sin parpadear.
Una por una.
Río al ver a la rubia, en su intento de hacer el baile de: hombres de acción de Múlan. Me concentro en ubicar bien los platos en la cómoda de la cocina, esta es espaciosa y moderna, tiene una enorme ventana que deja ver el bosque de pinos detrás de nuestro gran patio, al igual, que la casa de enseguida, que si mucho nos alejará unos cuantos metros más una valla café.
Cuando estoy poniendo el último pocillo. A los lejos, se escucha un grito, frunzo mi ceño y la mujer a mi lado igual. Esperamos unos segundos y nada vuelve a suceder. A cabo de unos minutos, volvemos a nuestro oficio.
— ¡Rocco! — el grito desesperado vuelve a salir de la nada.
—¡Rocco! ¿Dónde estás? — ahora, puedo escuchar la voz de un niño. Miro a mi madre, la cual no ha despegado la mirada de la ventana. Sin esperar nada más, camino a la puerta de la cocina.
— Iré a verificar que pasa.
—Espera, te acompaño.
—No, mami. No es necesario. No me demoro. ¿Bueno? — asiente un poco insegura y le lanzo un beso, arrancándole una sonrisa.
