Si te ofrecieran irte por un año completo y dejar tu vida atrás ¿Lo aceptarías? La respuesta de Loto fue un rotundo: SÍ.
Luego de encargarse de la empresa de su padre a muy temprana edad y ser plantada en al altar, acepta la oferta de su progenitor...
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Lucca lee atentamente el documento en sus manos, al terminar, alza su mirada y esta lo dice todo.
—Confirmado, es mastitis. — Afirma mirando al bovino enseguida de él. Le indica algo a su compañero, este asiente y se desaparece.
El oji-verde sale del corral no sin antes acariciar al animal. Se para a unos escasos metros de mí.
—¿Todo estará bien? — indago.
—Sí, tu más que nadie sabe que es normal en ellas— mira a la vaca— le pondremos algunos medicamentos y estaremos revisándola. — Asiento mirándola fijamente.
—Confió plenamente en ti— le aseguro.
Al momento, llega Carlos con unos medicamentos, se acerca al animal, toma la gran jeringa en sus manos y se la aplica. Aparto mi mirada pero mis ojos ya lo han visto todo, inmediatamente un escalofríos recorre mi columna vertebral.
Una carcajada me distrae del sentimiento y mi primo me mira maliciosamente.
—¿Qué?
—Veo que todavía le tienes miedo a las vacas primito, al igual que Connor— escupe con maldad.
—Ya lo superé.
—¿Ah sí? — Incrédulo escupe sus palabras— Ven y la tocas. — Abre un poco el corral. Retrocedo tres pasos atrás y más diversión no podría brindarle.
—No, arruinaría mi traje— jaqueo con superioridad para distraerlo. Mira detenidamente mi vestimenta y alza sus cejas espesas.
—Que elegancia— silva a su paso.
—Algo que no te caracteriza— escupo divertido. El causante de mis palabras, refunfuña algo y abre más la reja.
—¡OYE! — grito.
—Ja ja ja. ¿A qué se debe tu traje? ¿Tienes una reunión importante hoy?
—Sí— confirmo, porque la tengo.
Cuando deje a Connor con mamá, vi el auto de la señora Camellia pasar hasta la salida del pueblo, eso solo puede significar una cosa. Loto estará sola y esa es mi señal para buscarla, aclarar nuestros mal entendidos... ojalá intentar algo más.
Una escena pasajera pasa por mi mente...
Es ella.
Está acá.
Su sonrisa y su cabello brillan más de usuales.
—Hendrick...
—¡HENDRICK! — su fuerte voz me saque del trance.
El pelicastaño me mira con la ceja levantada de confusión, carraspeo y miro al bovino.
