Capítulo 22: "¡¿Almendras!?"

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En cuclillas y recostada contra la valla que comparto con los vecinos, escucho como el carro del ojiazul sale de su acera, por medio de una rendija me aseguro que se hallan marchado por completo

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En cuclillas y recostada contra la valla que comparto con los vecinos, escucho como el carro del ojiazul sale de su acera, por medio de una rendija me aseguro que se hallan marchado por completo.

Y así respiro con tranquilidad.

El viernes cuando llegue, todo fue un total desastre. Mi lado infantil salió a flote, dejando rastro de veneno contra semejante hombre y la profesora del pequeño cabeza de limón.

Fui una estúpida y media, nadie me gana.

Me hizo sentir miserable, Hendrick ha sido un caballero en todo el sentido de la palabra, me ha escuchado en nuestras noches de mirar a las estrellas, nunca me ha criticado por mi gusto o algo parecido.

¡Por Dios!

Ni se puso molesto cuando le dije que se parecía a el Grinch, ahora, lo había arruinado todo, yo y mi boca apresurada.

Y celosa.

Eso, celosa, muy celosa.

Soy una estúpida. Debería arrojarme a un auto en movimiento.

Pero bueno, tengo 23 y a los 18 debía de comportarme como una adulta. Todavía tengo mucho que aprender.

Ajá.

Luego de entrar a casa, me pegue repetidas veces en la cabeza, hasta la propia Sarah me aseguro que mis neuromas se despertaron más de la cuenta.

Y yo si le creo.

Muero de vergüenza, desde aquel momento me he estado escondiendo.

Rasco mi cabeza de desespero y frustración. Nada me puede salir peor.

¿Ahora qué hago?

Realmente lo extraño.


—¿A quién estamos espiando? — La voz susurrada de Camellia me hace sobresaltar, al tal punto que caído de cara contra el piso.

¡Genial!

Que viva el sarcasmo.

Rápidamente de incorporo, mirándola fijamente en la misma posición en la que me encontraba antes.

—Mamááááááááá

—¿Qué? — Responde al momento de pararse— ¿Qué haces acá? y tirada en el suelo.

—Ahora, mi pasión es arrojarme para verificar el calor que emana la tierra, querida madre.

—Mmm... ya que te veo, me despido bien de ti, cariño— Se acerca para darme un breve abrazo y un beso. Pasa por mi lado directamente hasta a su auto.

Para mi sorpresa me encuentro persiguiéndola.

—¿Para dónde vas? — Indago— Hoy es jueves.

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