Si te ofrecieran irte por un año completo y dejar tu vida atrás ¿Lo aceptarías? La respuesta de Loto fue un rotundo: SÍ.
Luego de encargarse de la empresa de su padre a muy temprana edad y ser plantada en al altar, acepta la oferta de su progenitor...
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La sensación de sus labios sobre los míos palpitan intensamente, sus cálidas manos recorriendo mi cuerpo entero, hace que mi vello se erice. Un espasmo de adrenalina pasa por mí cuerpo.
Hace calor, mucho calor.
Me pongo de pie, llevo las manos hasta mis labios y los toco.
Todo fue tan vivo, tan perfecto... tan...
—Me estas mareando, Loto— la voz proveniente desde la cama, se saca de mi trance.
Volteo a ver la pantalla algo doblegada y la atraigo hasta el borde del colchón. La peli negra con ojeras, el cabello por todos lados y comiendo palomitas me mira expectante.
—Entonces... ¿Te tomo allí? — pregunta.
—Sí, fue de otro mundo.
—Pero... ¿Estaban cómodos en la cabina? Digo... ¿Si da espacio para manosearse y todo? —indaga mirándome fijamente.
—Claro, ya te dije que solo estábamos los dos.
—Ok—murmura. Toma una pluma y escribe algo en su agenda— ¿Además lo palpaste? Y lo chupaste ¿Cierto?
—¿Qué diablos haces? ¿Es una entrevista? — me paro frente a la pantalla, viendo como la persona detrás de esa no se inmuta ante mi posición de jarra.
—Querida, acabas de tener un momento sumamente caliente, con un hombre que hace que la temperatura corporal de una mujer se eleve tan solo verlo, agreguemos que fue en un lugar público.
—Ajá. ¿Y eso qué?
—¿Y eso qué? —Imita mi voz— Querida, eso es material para mis libros. Tenlo por seguro que lo pondré en una escena— explica y sigue copiando, alza la vista y sonríe con malicia. Veo como toma una regla.
—¿Qué?
–Sabes, a las lectoras les gusta saber los centímetros. – se para dónde va, claro que le he contado una versión corta de lo sucedió, sacando que sus manos tocaron lo visto anteriormente, tampoco resalte como era su mejor amigo, color forma o cosas así..
Solo puedo decir algo.
Fue totalmente excitante, caliente y placentero.
—No entiendo. — mi mejor alza su ceja finamente depilada con desconfianza.
No se ha comido el cuento.
Ni yo tampoco.
—En mi imaginación, tenías falda y lo hicieron duro allá arriba. Y le mide 28cm.
—¡Oh por Dios! ¡Sarah!
—¡Qué! Ya te he dicho que el sexo no es tabú.
—Lo sé. Deja esa imaginación para tu libro. Y ¿28? ¿En serio?
