Si te ofrecieran irte por un año completo y dejar tu vida atrás ¿Lo aceptarías? La respuesta de Loto fue un rotundo: SÍ.
Luego de encargarse de la empresa de su padre a muy temprana edad y ser plantada en al altar, acepta la oferta de su progenitor...
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¿Es felicidad? No, es una palabra muy común.
¿Es entusiasmo? No, no lo creo. Quizá un poco.
¿Es esperanza? Quizás.
¿Es seguridad? Puede ser.
¿Es tranquilidad? Posiblemente.
¿Estaré loca? Ufff, sí, definitivamente.
Sacudo mi cabeza fuertemente y me siento en la mesa de la cocina con mi taza de chocolate. Repasando cada una de esas preguntas una y otra vez.
Quizá la respuesta más viable es la locura. Después de la noche de construyendo mi futuro con Hendrick, mi domingo fue tranquilo aunque muy pensativo.
Pude compartir con él algo más que momentos raros, aunque a decir verdad los he guardado con esperanza en mi corazón. Mis respuestas fueron sinceras y un poco soñadoras.
Mi vecino me gusta y mucho.
Es un hombre de otro mundo, su seriedad hace que quiera saber más de él, me invita a comprar una pala, una linterna y un mapa, para poder escavar adentro de él y así llegar a su corazón.
Debo de estar loca.
Cruela de Vil sentiría envidia de mi gusto.
Mis ojos viajan a su casa, como de costumbre a esta hora ya no se encuentra, son las 10:00am y acabo de llegar de mi habitual caminata. La cual fue reconfortante y tranquila. La señora Roma tenía razón, este pueblo tiene algo que nos hace sentir tranquilos y con ganas de vivir más tiempo aquí.
Me ha ayudado a encontrarme un poco más, ampliar mis pensamientos y barrer los malos.
Sorbo un poco mi bebida. La puerta del frente hace ruido, en menos de dos minutos, la mujer de estatura baja y un poco robusta se para a mi lado, me besa la cabeza y aprueba mi ropa deportiva.
Sonrió bobamente.
Si supiera, se reiría conmigo.
—Llegas tarde Camellia, algo poco común en ti.
Tuerce los ojos en respuesta, sacude su cabeza y abre la nevera, sacando con ella la jarra con agua.
—Tu hermano me mantiene ocupada, Loto.
—¿Charlie? Imposible...
—Tú sabes que Charlie no es.
—¡No puede ser! —Grito eufóricamente— ¿Es Theodoro? ¡¿Es Theodoro!? ¡Mamá!
—Sí querida, tu hermano escribió. — afirma para sacar la postal. La tomo sin pensarlo. La examino y a su respaldo muestra lo hermoso que es Venecia, sus canales muestran colores extraordinarios, algo que no es muy común de frente a decir verdad.
