Capítulo 9: "¿En tu casa o en la mía?"

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El timbre de la casa suena tres veces seguidas y de manera prolongada

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El timbre de la casa suena tres veces seguidas y de manera prolongada. Esa forma de tocar, solo le pertenecen a dos personas en el mundo: la primera sería Connor, el cual no podría ser, porque se encuentra en la casas de su vecinas. Algo que me incomodaba al principio, pero lo estoy tratando de sobrellevar.

Entonces, dicha conclusión me deja a la última persona, al único hombre que no quiero ver en este momento y más sabiendo sus intenciones.

—¡Sé que estás ahí, Hendrick. No me hagas entrar por la puerta de atrás! — su grito llama mi atención. Claro, que si no entra por la puerta de atrás, lo haría por alguna de las ventanas.

—Voy en tres y si llego a 5, será por la ventana de la cocina.

Lo sabía.

—¡Ya voy! — bramo de vuelta.

Los pasos desde la sala a la puerta principal son eternos, no por lo lejos, sino por mi lentitud, debo crear una manera de alejarlo de casa y más sabiendo su proposito de estar acá.

—Entra— digo, abro la puerta y veo su sonrisa lujuriosa.

Ya vamos a empezar.

Sí, así es mi primo: Lucca. Si no logra las cosas de una manera, las inventa de otra. Pero, llega a donde siempre quiere ir o consigue lo que se propone. Algo con lo que nos parecemos muy poco.

El salta de su zona de confort.

Yo la conservo.

—Casito que no, por poco y me hago viejo– expresa. Se tira al sofá, mira a su alrededor y fija su mirada en mí.

—¿Qué?

—¿En dónde está mi sobrino?

Y es ahí donde me doy de cuenta.

Él lo sabe, lo sabía desde un principio.

Lucca Geller.

—Donde mamá.

Su sonrisa se extiende más que un fin de semana con festivo.

—Claro que no, yo estaba en el supermercado. Connor no estaba allá.

—¿Estás hablando en serio? — trato de alarmar mi voz— ¿Dónde está mi hijo? Vamos a buscarlo— anuncio, voy hasta la puerta y recojo mis llaves.

Un estallido llega a mis oídos y el muy descarado se está riendo en mis narices, por supuesto él no me creía, ni aquí ni en la china.

—Por poco y te creo.

—¿Muy dramático?

—Más o menos, primero; si algo así sucediera, no estarías en casa relajado y ya fueras llamado hasta fuerzas especiales.

—Odio que nos conozcamos desde niños.

—Yo no, ahora sin más preámbulos y dramas pobres, ¿Vamos?

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