Capítulo 18: "¡Soltera, joven y casi virgen"! +18

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—Debo estar realmente desesperada para estar aquí— son las primeras palabras que dice la rubia, luego de estar haciendo fila desde hace 10 minutos

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—Debo estar realmente desesperada para estar aquí— son las primeras palabras que dice la rubia, luego de estar haciendo fila desde hace 10 minutos.

Su parado es extraño, baila de un lado a otro, gira su cabeza como un ventilador, buscando una salida a lo inevitable.

En el momento de ofrecerle el beso lo decía en serio. Además, nunca aseguré que fuera un beso apasionado con lengua ni nada parecido.

Un sutil beso en la mejilla será el cambio.

Eso es lo único que puedo ofrecerle.

Hablar de ella me llevo a un lugar de nostalgia. Puedo recordarla y sentirla.

Sé que ella está bien, es un bello recuerdo, la añoro por los momentos que me dio y compartimos, agregando el regalo de un hijo.

Ha sido años de una dura batalla por recordarla y extrañarla. Pero es eso, un recuerdo simplemente. Me niego a las citas y relaciones. No por ella, sino por Connor, no quiero que se encariñe con nadie y que las cosas no funcionen, dejándolo solo, sintiéndose abandonado.

Perdiendo a otra madre. Él no se merece eso. No busco eso.

Examino el lugar y lo odio, no me gusta este tipo de lugares con gente aglomerada. Pero, por alguna extraña razón el artefacto detrás de mí es el único que me calma.

Mi acompañante no deja de moverse, rasca su cabeza repetidamente y bebe agua desesperadamente. Cualquiera que la viera, creería que está a punto de cometer un delito o algún pecado.

—Esto será duro. Tu puedes Loto. Los De Luca podemos con todo— susurra rascándose las manos. Y siento culpa, no debí conversarla o comprarla mejor dicho.

—Loto...

—¿Sí?

—No tienes que hacerlo, yo puedo subir solo.

—¿En serio? — examina mis palabras con atención.

—Sí. Ve y siéntate o busca a Lucca con Connor. Van y comen algo delicioso.

Sus ojos bailan con indecisión, recorre el lugar y me examina detenidamente.

—No— dice— lo haré.

—¿Segura?

—Sí.

No digo nada más. La fila avanza rápido. Cuando es nuestro turno, la cabina es de color azul, la rubia ríe por alguna extraña razón y entra en ella. El encargado cierra la puerta.

El espacio es suficiente para cuatro o cinco personas. Pero en esta ocasión entramos solo los dos. De a poco vamos subiendo, la cabina es totalmente cerrada, por tal motivo no tenemos cinturones de seguridad, el frío aire nos golpea un poco, los asiento hacen juego con la estructura, cuatro ventanillas con rejilla nos deja ver el majestuoso espectáculo que nos rodea.

LOTO🌸|COMPLETA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora