Karla McCall
A veces, como ahora, yo me preguntaba: ¿Por qué rayos me seguía gustando Eloy Young?. Al inicio fue su aura de seriedad lo que me atrapó ¿Cómo? No tenía ni la menor idea, pero sin darme cuenta me gustó: Su forma de ser, la manera en la que mantenía alejada a las chicas, incluso a mí. Me gustó que no solo se hiciera el difícil, sino que también lo fuera. Creo que amé que tuviera los suficientes huevos como para enfrentarme, como para no dejarse pisotear por mí, tuvo la valentía de devolver cada golpe, no se quedó en silencio, se dió a respetar. Me gustaba su carácter, pero también su amabilidad e inteligencia.
Me gustaba la música que escuchaba, la forma en que me besaba y la tan peculiar manera que tenía de halagarme sin decir nada bonito, aunque para ser sincera hubiera dado todo por haberlo oído decir algo como:
"Que bonita te ves, desastre andante".
Lo extraño es que aún después de todo, en lo más profundo de mi corazón sentía que había un chico bueno dentro de él. Un chico bueno que no le gustaba ser bueno conmigo, pero sí con los demás.
Un chico bueno algo lastimado por la arpía ,asquerosa, hija de su...
La odiaba demasiado.
No exactamente porque Manuel la quisiera sino porque Angelina tuvo lo que yo quise, no lo valoró y mi ser no podía comprenderlo.
Ella tuvo el cielo asegurado con él y aún así lo reemplazó como si se tratara de un infierno.
Sacudí mi cabeza e intenté no pensar en todo eso.
– Hay cosas que no entiendo... –Comentó Alana con extrañeza desde los asientos traseros del auto.
Dafne frenó de tiro y nuestros cuerpos por inercia se fueron hacia adelante.
– ¡Lo siento, lo siento!... –Se disculpó Dafne con nerviosismo, apretó el volante entre sus manos con su cuerpo erguido y soltó un suspiro– No quería atropellar al perrito.
Colocó el auto en marcha de nuevo.
Dafne conduciendo en un puntaje del uno al diez, tenía un cuatro. Sí, no estábamos muy a salvo, pero peor era tener un tres, mi mejor amiga tenía un cuatro, era mejor eso que nada.
– Sin duda alguna no debí venir... –chilló Anny con el empañe de papas fritas empuñado en su mano.
Hace unos minutos tuvimos que hacer un pare para comprarle papas fritas a la señorita embarazada con antojos un tanto extraños.
– ¿Falta mucho? –preguntó Ly intentando disimular su miedo– No me quiero morir, no ahora.
– ¿Quieres mantenerte viva para seguirle dando tu cosita a Alexander? –Le preguntó Dafne con picardía sin quitar la mirada del camino.
Mordí fuertemente mi labio para evitar reír ante la confusión en el rostro de Lyssa.
– ¿Qué cosita? –Preguntó extrañada y nos quedamos en silencio sin quitarle la mirada de encima.
Se lo pensó por unos segundos hasta que finalmente cayó en cuenta, sus mejillas se tornaron rojas, llevó las manos a sus labios y soltó una risotada.
– No exactamente... –Respondió con una amplia sonrisa mientras rodaba los ojos.
Si Alexander iba a hacer feliz a Ly entonces haría hasta lo imposible porque ese tipo se mantuviera con ella. Me gustaba la buena vibra que reflejaba, después de tantas cosas malas ella se merecía eso, ser feliz.
– Karla... –Interfirió la chica arte sonando dudosa– ¿Qué te traes con Manu? Digo... Un día lo besas, al otro le estás robando su auto y destruyes su rastreador dándole golpes con una piedra –recordó.
ESTÁS LEYENDO
Igualitaria Intención
RomansaTodo inició con un beso robado y con la necesidad de venganza que nació después de ese acto. Manu y Karla tienen pocas cosas en común, ella es espontánea y él suele mantener todo en orden y calculado, no son más que polos opuestos con gustos y pers...