47. La amo.

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Karla McCall

Mi cabeza dolía, la sentía palpitar y casi no podía respirar porque me ahogaba en mis propios sollozos. Dafne me obligó a tomar una ducha, dijo que me ayudaría  a guardar la calma, pero no fue así, mis lágrimas se confundieron con las gotas del agua artificial que cayeron sobre mí, me coloqué mi pijama rosa de dormir y no reconocí a la chica que se reflejaba en espejo del lavamanos.

Mis rostro se habían enrojecido e hinchado por culpa de las lágrimas.
Me sentía tan furiosa, con él, pero también conmigo misma, por permitir que la situación me afectara, por haber sido tan imbécil, por haberme enamorado de él y por estar llorando como si no hubieran más hombres en el mundo.

Me había vuelto pedazos de una forma que desconocía, pero que no olvidaría. Eloy Young era mi primer amor, nunca antes sentí algo parecido por alguien, todo fue nuevo para mí y me aferré al bienestar y la felicidad que me brindaba el creer que estaba siendo correspondida por él.

Me sentí suertuda y dichosa hasta que simplemente su silencio me dijo que tal vez sí me quería, pero no lo suficiente como para aceptarlo en voz alta.

Y ahora sabía que necesitaba soltarlo, dejarlo ir, porque no era bueno para mí, porque merecía más, pero aún así no sabía si podía hacerlo.

La idea de olvidarlo se sentía imposible, y ni siquiera sabía si realmente quería hacerlo.

Lo recordé llamándome "amarilla", diciéndome en la cara que estaba loca mientras se dibujaba una hermosa sonrisa en sus labios que me hacía sobre entender que le encantaba que fuera así. Recordé sus besos y me angustié ante el hecho de no volver a sentir sus labios sobre los míos nunca más.

Es que él me hacía sentir magia en la tierra cuando estaba cerca y me sentía incapaz de olvidar todo aquello.

¿Por qué tuvo que terminar así?
¿Por qué tenía que ser tan complicado?
¿Por qué no pudo simplemente corresponder?

Detallé la cadena que colgaba de mi cuello, la arranqué de un solo jalón y la eché a la basura sin pensarlo.

Si quería olvidarlo necesitaba eliminar de mi vida todo rastro de él, y aunque no me sentía capaz de dejarlo en el pasado, lo intentaría, porque no me iba a permitir aferrarme a algo me que hacía daño, y a eso le llamaba amor propio combinado con un enojo desbordante.

Salí del baño y observé a Dafne hurgar entre mi ropa. Se deshizo de su blusa y jeans quedando tan solo en unas bragas rosadas y un sostén azúl cielo.

—Voy a bloquear a Eloy de todas mis redes —anuncié y se giró a mirarme.

Su mirada se paseó por mi cuerpo y detalló minuciosamente mi rostro.

—El baño no funcionó... —Observó y ladeó levemente su cabeza—. No puedo comprenderlo —murmuró para sí misma—, un baño siempre funciona.

El baño no servía para nada.

Tomé el celular de mi cama, me dejé llevar por mis impulsos y en menos de tres minutos ya había bloqueado a Eloy de todas mis redes sociales, mensajería y llamadas telefónicas.

—Entonces hablabas en serio sobre bloquearlo... —Oí la voz de Dafne a mis espaldas un tanto asombrada—. A veces admiro lo impulsiva que puedes llegar a ser.

Entré a mi galería y eliminé todas nuestras fotos juntos. Me dolió hacerlo, sentí como si estuviera perdiendo momentos valiosos pero, si no iba a volver a estar con él, esas imágenes sobraban; y si por algún milagro, volvíamos, entonces nos tomaríamos fotos nuevas.

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