49. Plan/ideas

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Karla McCall

—¡Ustedes lo sabían todo! —acusó Lyssa. Limpió sus últimas lágrimas de las noche, miró hacia el techo y echó aire a sus ojos con sus manos—. No puedo creer nada de lo que está sucediendo —detalló el anillo en su dedo y levantó la mirada hacia Alex.

—Es real. —repitió Alex por décima vez y solté una risotada—, te vas a casar conmigo.

—Eres un afortunado... —le dijo Ly y luego llevó ambas manos a su boca para soltar gritos.

Alex levantó sus cejas impresionado y Dafne dió palmadas en la cabeza de Ly.

—El autoestima hasta el cielo, reina.

—¡Y el perreo hasta el suelo! —agregué levantando los brazos.

—¡Así es! —apoyó Alex.

—No, tú no puedes decir eso... —negó An dando palmadas en el hombro de su amigo—, vas a casarte. Adiós a la putería y a las discotecas.

—Putería no, discotecas sí —dijo Alex y se peinó el cabello con los dedos. Le guiñó un ojo a Ly y le brindó una sonrisita picarona que derretiría a más de una chica.

—Hasta que llegue un lindo bebé y te toque quedarte en... —Alex le tapó la boca a An.

—No digas eso ni en broma —le advirtió—, no quiero hijos por ahora. Necesitamos terminar la Universidad sin bendiciones.

Ly lo miró extraño y se encogió de hombros.

—Tendremos muchos animalitos —dijo Ly e hizo un corazón con sus manos.

—¿Por qué eres tan tierna? —le preguntó Alex. La tomó de sus mejillas y le plantó un beso en sus labios.

Desvíe mi mirada hacia Dafne y la encontré lanzándose miradas con aquel tipo que habíamos visto al llegar.

—Oye... —la llamé y fijó su mirada en mí—, háblale.

—Dafne, ¿viniste a acabar con la familia Undersom? —la voz de Alex Interfirió en nuestra conversación.

—¿Ustedes son familia? —le preguntó mirándolo fijamente y él asintió.

—Es mi primo y todos los que están con él también lo son, se llama Alec —le indicó—, no está mal si le hablas, solo... Grábate en la cabeza que él no busca nada serio.

—Yo tampoco —le contestó Dafne como si nada y reí por lo bajo.

Un grupo de personas se acercaron a Alex y a Ly. Empezaron a felicitarlos por su compromiso y nos alejamos de la escena porque la sentimos demasiado personal. Había que dejarlos disfrutar de su momento.

—¿Irás a hablarle? —pregunté a Dafne sobre el tipo y metí una fresa a mi boca. Nos habíamos situado junto a la mesa de bocadillos y dulce.

Se encogió de hombros.

—No lo sé, ya no tengo tantas ganas —se encogió de hombros.

—Pero... Pero si acabas de decir que...

—Ya sabes que cambio muy rápido de parecer —se encogió de hombros desinteresada—. Me puede dejar de importar algo tan rápido como pudo llegarme a importar. Me aburro fácil, de lo único que no aburro es de ti.

Reí por lo bajo y le di un besito en la mejilla.

El chico seguía mirándola.

—Dafne... Pero háblale, para divertirme un rato —insistí.

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